jueves, 21 de septiembre de 2017

Casi dos años imposibles

Pasaron casi dos años y siguió soñando con parar el tiempo, con revovinar la vida. Preguntándose qué coño le habría dado para que se siguiera muriendo por verle. Para que siguiera deseando soñarle. Pasaron casi dos años largos, dos años cortos. Sin verse, sin oírse. Pero le seguía pensando, le seguía llorando a veces, y extrañándole a menudo. Se maldecía a sí misma a ratos, por no superarlo, maldecía al mundo por habérselo quitado.
Pasaron casi dos años y millones de cosas. Todo cambió tanto... que daba miedo. Pero no por los cambios, si no por tener que enfrentarse a ellos sin él a su lado.
No todos los cambios fueron malos, pero le trituraba el alma pensar que no podrían compartirlos.
Seguía hablándole en bajito a veces, por si acaso le seguía escuchando. Aunque ella ya no le escuchara desde hacía tantos meses. Pensaba en lo bonito que era cada instante de su historia y no sabía si lloraba de pena o de alegría. De tristeza. Esa que nunca le abandona ya.
Pasaron casi dos años pero sólo son los primeros de una larga vida que sólo algunos pueden vivir. ¿Será cuestión de suerte?. Al menos existió, al menos dejó aquí parte del amor que rebosaba. De la felicidad que enseñaba y la alegría que contagiaba con solo verle sonreír. Y esa parte de él siempre seguirá aquí, muerta en vida o viva en muerte. Aunque siga doliendo el alma, aunque se siga rompiendo el corazón en partículas minúsculas prácticamente ya irrompibles cada vez que le recuerda. Con cada una de ellas le seguirá queriendo, aunque no quiera. Porque era imposible no quererle. Ni casi dos años después ni dos mil vidas. Bonita y tristemente imposible.