sábado, 31 de diciembre de 2016

Otras absurdas campanadas

Mi madre dice que exagero cuando digo que el 2016 ha sido el peor año del mundo, porque es verdad que he hecho cosas increíbles, he viajado, he visto cosas increíbles y he conocido y me he unido a personas increíbles. Pero es el año en el que más he llorado de toda mi vida, y en el que me he sentido más sola, vacía y perdida. Y si lo pongo en una balanza el dolor desea que se acabe ya por fin este puto año de mierda, aunque por otra parte mañana será 1 de enero y seguiré sintiéndome igual. Así que desde el año pasado paso absolutamente de la navidad, de celebrar la nochevieja y todo eso. ¿Para qué? Si sólo son días en un calendario que alguien inventó, sólo es el tiempo que La Tierra tarda en dar una vuelta alrededor del sol, pero mañana empieza a dar otra vuelta y así seguimos, dando vueltas como locos cada vez más mareados. Y al final, me da igual que sea 1 de enero que 25 de marzo, porque el 30 de noviembre te seguiré echando de menos y queriéndote a muerte (y nunca mejor dicho). Y cada nochevieja odiaré las últimas uvas que me comí un 2014 que pensé que me darían suerte.
El 2016 ha sido el año más drástico y lleno de cambios al que me he enfrentado y me enfrentaré y no voy a mentir, 366 días no han sido suficientes para asumir, asimilar y dejar de tener miedo. Mañana empieza el 2017 y ya comienza con la certeza de que ningún día de este año vamos a vernos, ni si quiera hablaremos así que tendré que echarle dos cojones de esos que me cuesta sacar a ratos y tirar para adelante. Porque no queda otra, no es una elección posible. Sólo espero conseguir cumplir las metas que me he propuesto que desde hace un año ya son sólo personales e individuales. En especial las de todos los viajes que programo en mi cabeza y que son los que llenan de ilsuión mis días. Es la sensación más parecida a la felicidad que he descubierto desde que no estás y a la que quiero aferrarme.
No sé si tú te comerás las uvas esta noche, allí donde quiera que estés, yo desde mi barquito perdido por el mundo miraré al cielo y solo te pediré que este año me dejes seguir soñando contigo al menos una vez al mes para que nunca olvide lo preciosa y preciada que era tu voz y lo mucho que sigo queriendo tu cara. Ojalá todos los deseos se hicieran realidad y en especial uno que siempre le pido al cielo.
Feliz año nuevo mi vida, que yo con que sea mejor que este me conformo.
Te azuleo con toda la locura de Neptuno alrededor del sol.
Alioli amor

jueves, 22 de diciembre de 2016

Vuelve, volver, vernos.

Quizás no es que duelas menos que el primer 22, quizás es que he aprendido a llevarlos de otra manera. Después de 14 ya soy casi una experta en esto de echarte de menos pero hacerme la loca. Aunque siga aullándote en las noches de luna llena, soñando con colgarme de tu boca y deslizarme por tu piel. Y no le he perdonado a la vida por haberme herido de muerte, por haberme triturado el corazón tan fríamente. Y es que ME SIGUEN DOLIENDO LOS OJOS DE NO VERTE.

Hoy te quiero dejar una canción que he descubierto hace poquito pero que se ha convertido en una de mis favoritas. Aunque haga que me acuerde de ti inevitablemente, que te piense con fuerza y te quiera a rabiar. Espero que te guste.
Te azuleo mi vida, 14 meses después te azuleo con toda la locura que cabe en Neptuno.



" Nos volveremos a ver cuando salgamos del túnel tumbando alguna pared para poder ver las nubes...

Guardo una botella en la despensa, guardo sin tocar las ganas de volar, el viento cuando silba tararea una promesa, serán noches distintas... 

VUELVE, QUE INCENDIAREMOS EL MUNDO OTRA VEZ. "

- Nos volveremos a ver (La Raíz)-

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Manteniendo vivos los recuerdos

Hoy te quiero decir que he vuelto a martirizarme viendo tus fotos y vídeos, pero que después de mucho llorar creo que puedo decir que sé que fuiste feliz y que siempre te rodeaste de personas que te llenaron de sonrisas y a los que has dejado con muy buenos recuerdos durante toda tu vida. Es tan jodidamente extraño volver a escuchar tu voz, verte moviéndote, riendo. Que pensaba a ratos que todo era mentira y que en cualquier momento me ibas a llamar al teléfono. Y me jode, pero tengo que reconocer que se me siguen cayendo las lágrimas muchas más veces de lo que deberían. Y que una parte de mí siente que no será capaz nunca de rehacerse, de volver a rehacer mi vida. De volver a estar con otra persona. Y es frustrante porque me mata esta soledad en la que la vida me ha sumergido y a la que no me acostumbro, que es la única que siempre viene conmigo pero joder, la odio. Intento quererla pero no para de recordarme lo mucho que te echo de menos y no puedo, me dan ganas de tirarme de los pelos, de tirarme al suelo y gritar y pegar patadas y puñetazos a todas las paredes, retorcerme. Y entonces disimulo, intento no pensarte aunque por dentro me quemes. Cada día que pasa estoy más segura de que nadie lo entiende, que nadie lo comprende y eso hace que me faltes más todavía. Pero aquí sigo, ¿sabes?, a pesar de todo aquí sigo. Aunque sepa que ya no volveré a encontrarte y aunque se me siga volcando el corazón cada vez que algo me recuerda a ti, a lo que vivímos juntos. Y lo peor es pensar en cómo serían ahora las cosas si estuvieras aquí y creo que hubiesen sido jodidamente geniales, lo cual hace que todo sea más triste, más difícil. Pero me voy otra vez de viaje, y me encantaría que vinieras. Aunque ya no puedas salir en las fotos, vente. Vente a descubrir el mundo conmigo, porque yo he descubierto que es lo que más feliz me hace.

viernes, 16 de diciembre de 2016

El cajón desastre

Dónde a veces me encuentro sin querer pedacitos de lo que fuimos. Dónde se juntan algunas decepciones con las promesas que no cumplimos. Dónde están las fotos que nunca nos hicimos y los vídeos que jamás grabamos. También está la canción que te escribí, otra que nunca escribiré y un diario que no está terminado. Dónde hay un millón de besos que nos dimos que preguntan por los otros 15. Un pantalón de pijama viejo, unos cartones del bingo e incluso alguna marca de cerveza. Hay un par de anillos y dos o tres millones de abrazos. Unas ganas locas de verte que se siguen preguntando cómo te pueden seguir queriendo tanto si llevan más de un año sin hablar contigo. Hay una foto de los hijos que nunca tuvimos y las semillas de bonsai y girasoles que nunca plantamos. Hay una chaqueta que huele a ti y la camiseta con la que nos conocimos. Unos regalices rojos, un twist que todavía no me he comido y la bolsa de pipas que no terminamos. A veces buscando algo encuentro las conversaciones que tuvimos, discutiendo con las que nunca tendremos. Los mensajes por la mañana y los viajes largos en autobús. Hay un reencuentro y una despedida que sabe a alioli. Y entre el polvo y tus zapatillas azules siguen durmiendo los sueños. Sueños que ya no podrán despertarse. A veces incluso me encuentro el casco que no te pusiste. Las gotas de lluvia y la radio de tu coche. El sonido del mar y el de los coches de choque. El primer "te amo" y el último. Las carreras por el borde de la acera, las estrellas que contamos. Las sorpresas que no nos dimos, las verdades que nos callamos y todo lo que sentimos. El ancla de aquel crucero, la camilla de la UCI y el frío de tus labios cuando te di el último beso. Está la felicidad de volver a vernos, el dolor de no volver a hacerlo y ese brillo en tus ojos cuando te despertabas por las mañanas a mi lado. Y restos de amor por todas partes, algunas pastillas para dormir y un perro de peluche. El helado de chocolate, tres cuentos y mis pantalones verdes. Y sigo sin conseguir ordenar este puto cajón desastre.

martes, 6 de diciembre de 2016

Palabras, pesadillas y el miedo a olvidarte

Hace unos días que te siento más lejos. Y espero que sea porque hayas estado con todos tus amigos en las fiestas de tu pueblo, viendo cómo las disfrutaban por ti y por ellos. Qué tontería te acabo de decir. Sentirte más lejos. Cómo si fuera posible tenerte más lejos. Si ni si quiera sé donde estás. Y en realidad mi cabeza lo sabe, que no estás en ninguna parte, que hace mucho tiempo que te fuiste, que desapareciste. Pero cuéntale tú a mi corazón eso, haz que se lo crea. Que lo soporte. No, él necesita pensar que no le abandonaste, que de alguna forma sigues con él, que sigues cuidándole. Y anoche otra vez pesadillas y despertándome veinte veces. Y hoy tengo la sensación de que se me olvida tu cara, que se me olvida lo que sentía cuando sonreías. Y me pone tan triste, me duele tanto, tanto que pasen los días. Que mi cama siga vacía, que te siga esperando. Que sigan los dolores de barriga, los pinchazos en el pecho. Y estas ganas tan grandes de sentarme a hablar contigo, pero a la vez tan cobardes. Quiero coger un incienso y en el lugar más tranquilo y solitario ponerme a hablarte. A decirte todo lo que he pensado, cosas por las que siento que tengo que disculparme, otras en las que tengo que darte la razón y otras que simplemente me apetece contarte. Pero pararme a pensar en todo lo que quiero decirte y expresarlo en alto hace que sienta que soy imbécil y que se me está yendo la cabeza, que me estoy acabando por volver loca, hablando sola y recordando cada segundo que hizo que te perdiera. Recordando cada segundo que ha pasado desde que te he perdido. Y a veces siento que doy tres pasos para a delante y retrocedo cinco. Que no tengo con quién compartirlo, que te necesitaría tanto... ojalá encontrase la manera de acercarme más a ti porque no quiero olvidarte. Fuiste y eres demasiado como para borrarte. Y días como hoy me levanto con la sensación de seguir sin saber en qué punto está mi vida. Que sigue girando, que sigue sin rumbo, como una bala perdida que nunca se para. Estoy metida en la cama pero todas estas palabras no me dejan dormir, este sentimiento que a veces me quema hasta la garganta y sigue haciendo que me lloren los ojos, que me sangre el corazón porque despues de tanto tiempo la herida no sana, al menos no del todo. Siempre serás la cicatriz más grande que lleve. Y es triste. Que despues de todo acabes siendo una cicatriz, sabiendo que podías haber sido la felicidad de mi vida. Que lo fuiste. Aunque fue por poco tiempo. ¿Volveremos a vernos?
Te quiero. Te echo de menos. No dejes que deje de sentirte. No sientas que dejo de quererte.
Alioli Amor

martes, 22 de noviembre de 2016

"Contigo a bordo mi viaje no es trayecto si no destino"

Y como el humo de tres inciensos que se queman inundó el ambiente con su presencia. Nadie podía verle pero de alguna manera sabían que estaba allí. Iluminándolo todo con la estraña luz de una puesta de sol en una de las playas más bonitas del planeta. Y le respiraron, durante todo el viaje le respiraron. Su cuerpo nunca estaría allí pero ellas habían conseguido llevarle. O al menos eso desearon con toda la fuerza con la que dieron cada paso y escalaron cada roca.
13 meses y todavía me dura este síndrome de abstinencia.
Te azuleo mi amor.


sábado, 19 de noviembre de 2016

En un rincón del mundo

No comprendía por qué no terminaba de sentirme a gusto en ningun sitio, por qué sentía que no terminaba de encajar en ninguna parte, y entonces me di cuenta de que quería estar en todas. De que yo también quiero ser como tú, una eterna viajera, y que a partir de ahora no pienso parar hasta recorrerme el mundo. Que ese será mi más poderoso objetivo y motivación en adelante. Y es que no te imaginas lo que ayuda estar tan lejos, ver paisajes que jamás imaginaste que disfrutarías y conocer gente a la que jamás volverás a ver pero que te llena de energía y comparte contigo un pedazo de su vida. Y es complicado porque también me di cuenta de que por muy lejos que me vaya todo lo que ha pasado se viene conmigo, porque viaja en mi, el dolor también es mochilero. Pero tú también lo haces y por una parte es bueno pero por otra es triste. Aunque hace que me de cuenta de lo afortunada que soy por seguir viva y poder disfrutar de algo tan simple como un atardecer en la playa. De poder sentir una lluvia tropical calándome hasta los huesos y quejarme del dolor de pies después de andar por una montaña durante kilómetros. Y me dan unas ganas locas de disfrutarlo por los dos. Porque tú ya no puedes y porque yo aún sigo viva. Pero tendrías que ver esto Vida, ayy si estuvieras aquí... esto es una puta pasada, en serio. Te encantaría. Te hubiese encantado venir. Venir de verdad, con tus propios huesos, tus pies, tus ojos. No a través de mi, de los míos. Pero no pudo ser y a veces no puedo evitar acordarme fuerte de ti, mirar hacia el mar y seguir preguntándome cómo pudo pasar. Cómo dejaste de existir así, si de verdad fuiste real. Y de nuevo pasó otro mes y me pregunto si alguna vez conseguiré encontrar del todo paz. Contigo, sí. Pero sobretodo conmigo misma. Quizás algún día la encuentre, no dejaré un solo rincón de este mundo sin buscar. Y quizás, y sólo quizás, algun día pueda convivir agusto con esta falta y con esta angustia. Quizás algun día los aviones vuelen más rápido que estas ganas de seguir echándote de menos. Y quizás algun día pueda recordarte sin que el corazón me duela. Eras lo más grande, mi amor. Y aunque ya de nada sirva que te lo diga, aunque ya ni si quiera puedas leer esto jamás, lo necesito. Necesito que sepas que contigo me sentía en casa. Daba igual dónde, daba igual cuándo. Tú eras mi hogar, mi muralla china, mi galaxia particular. Eras todas las partes en las que quería estar. Todas y la única.
Ojalá lo supieras.
Te azuleo pequeño viajero. Sigue mis pasos y vente conmigo.
Siempre Lila. Ya lo sabes.
Alioli

domingo, 6 de noviembre de 2016

Naufrágio

Daría lo que fuera por poder sumergirme una vez más en el mar que desbordaban tus ojos. Por mezclarme con la línea del horizonte que separa el infinito del mar. Daría lo que fuera por ahogarme en algo más que en la espuma de mi cerveza, por haberme podido convertir en tu salvavidas. Daría lo que fuera por despertarme en medio de la isla desierta que eran tus manos, porque hubiesemos paseado juntos por esas playas paradisíacas. Daría todo por atrapar los peces de colores, por no diferenciar el azul del cielo con el del mar. Por verte desnudo rebozándote en la arena. Tu piel morena tostándose al sol. Daría lo que fuera por ir a la deriva del barco de tu sonrisa, porque me volvieras a atrapar en tu red. Daría lo que fuera porque me hicieras el boca a boca, por bucear en el óceano que se lleva las almas, por hacernos los vivos sobre las olas de la marea. Daría lo que fuera porque volvieras, por mandar señales de humo rezando porque nadie las viera. Escribirte mensajes de amor en la orilla y ver los amaneceres bajo las palmeras. Daría lo que fuera porque nos salieran escamas, colas de sirena. Por recorrer el mundo nadando a favor de la tempestad, por volver a ser tu calma. Daría lo que fuera por naufragar en la orilla de tus costillas, esas que siempre se me clavaban, esas que me hacían flotar. Ser el reflejo del sol en el mar.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Llevarte siempre conmigo

Hola mi chico,
Cuánto tiempo sin pasarme por aquí. Ya sabes que he estado super liada preparando el viaje, la visita sorpresa de mi hermano y por supuesto de tus amigos. Estuvimos en la cala aquella de arena blanca tan chula a la que fuimos el verano pasado. Y era raro pensar que ellos estaban ahora allí y tu ya no. La verdad es que me lo he pasado genial y creo que ellos repetirán también, joder si es que son un amor. Cerveza fría, playa, buena compañía y alguna que otra ida de olla. En realidad sólo faltabas tú. Y es que aunque cueste cada día parece que estás un poquito más lejos y es triste. Y no me termino de encontrar, hago muchas tonterías y a veces creo que se me ha ido la cabeza ya del todo pero no lo puedo remediar. Y eso no significa que no te quiero, al contrario. Creo que es verdad que algún día podré llegar a superar todo lo que ha pasado pero no veo el día en el que vuelva a ser yo. Porque esto me ha cambiado tanto... lo ha cambiado todo. También creo que me va a venir genial marcharme de aquí un tiempo, ver sitios nuevos y estar completamente desconectada de todo. Aprender otro idioma, conocer gente e improvisar. 20 días viviendo una aventura que me jode no poder contarte a la vuelta pero que espero que me ayude para, de una vez, resetearme ya. Porque lo necesito, amor.
Ojalá vengas conmigo, ojalá puedas sentir mi ilusión y esa sensación de ser el rey del mundo cuando llegas a un sitio nuevo, precioso. Esa magia que te transmite. Ojalá la sientas. Porque hay cosas que no se ven con los ojos si no con el corazón. Y a ver si perdiéndome al final consigo encontrarme, encontrarte en mi y quedarme más tranquila.
Es inevitable seguir acordándome de ti con cada canción, con cada gilipollez. Sigo estremeciéndome cuando te miro en las fotos, tan sonriente, tus ojos abiertos. Tus ojos abiertos. Que importancia tienen los ojos, no lo imaginas.
Te habrás echado unas risas si nos has visto a toda la tropa en casa de tu prima, que como ella dice al final preferímos que no nos veas para que no sufras, pero joder a veces es casi como si estuvieras. Aunque nunca volverás a estar del todo, a estar completo.
Te sigo echando de menos y eso es algo que creo que no cambiará nunca, aunque me acostumbre a vivir con ello, aunque haya quien no lo entienda nunca. La relación tan especial que teníamos, lo muchísimo que nos queremos.
Y tú, ¿cómo estás tú? Nunca me hablas de ti. ¿Es bonito el cielo?, ¿se ve igual de azul por allí? Espero que sí. Y que me estés esperando contando los besos que tienes que ir sumando a la deuda que me dejaste aquí.
Te amo, Lila. Y de alguna manera, siempre te amaré.

sábado, 22 de octubre de 2016

Jueves 22

Pero no pude seguir escribiendo, nunca fui capaz de volver a escribir.
El 22 de octubre del 2015 marcó un antes y un después en mi vida. Ese día me di cuenta de lo frágiles que somos, de lo importante que es decirle a quienes queremos que lo hacemos, que nunca te puedes ir a la cama enfadado con alguien que te importa, que la fe es una puta mierda y la esperanza se acaba perdiendo. Me di cuenta de que existe un último día, de lo fácil que es perderlo todo. De lo que se siente al perder de verdad a alguien, al saber que jamás volverás a verle. Ese día supe de verdad lo que era el dolor. Y desde entonces no he vuelto a ser la misma. Porque ese día una parte de mí se perdió contigo, y la otra parte sigue escondida.

Mi madre solía decir que el 2015 iba a ser un año muy especial, que iba a ser un año de cambios y que iba a ser un año mejor. Y, ¿sabes qué? que a pesar de todo, tenía razón. El 2015 fue el mejor año de mi vida.
Este año ha sido el peor. Ha sido el primer año sin ti. Las primeras veces sin ti. Y ha sido jodidamente difícil. Un año entero ya. Sin ti. Todos y cada uno de los días pensándote con la maldita frustración de no poder hablar contigo, de no poder verte. Todas las noches acostándome con un único deseo en la cabeza, con la esperanza de soñar contigo, porque es el único sitio en el que aún puedo verte y tocarte. Un puto año, todas las noches. Se suponía que había que dejar que pasara el tiempo para que esto sanase, ¿no? ¿Y porqué después de un año sigues doliendo?. ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar? Es que una parte de mí sigue flipando. No puede creérselo, no lo soporta. ¿Cómo ha podido cambiar todo tanto sin ti? Nunca me hubiese imaginado que se podía llegar a echar en falta tanto a una persona. Que dependía tanto de ella.

Hoy dueles como el primer día, como ese mensaje que me dice que estás en el hospital, como el eterno viaje en tren, la sala de espera, esas ganas de vomitar, la cara de tu padre, las malas noticias, las noches en vela, rezar, la comida del hospital, las palabras del médico para decirnos que no estás, los gritos de tu madre. Como el olor del alcohol desinfectante, el número de tu camilla, los sonidos de las camas de la UCI al pasar por el pasillo. Como la sangre de tu oído, tu cuello hinchado, las lágrimas de tus ojos.
Dueles, no te imaginas cómo dueles. Me sigue faltando el aire y me cuesta tragar saliva pero inevitablemente vuelven, todos los recuerdos, los malos, los buenos, y dueles.
Un año después, pero dueles.

Y no te olvidamos, y ojalá supieras lo mucho que te echa de menos todo el mundo, lo mucho que todo el mundo te quiere y lo muchísimo que se nota que no estás. Y sé que hay una parte de ti en cada uno, y que por eso no morirás nunca.
Mi madre desde que soy pequeña me ha dicho que cuando una persona se muere, sigue viva dentro de nosotros y mientras no la olvides siempre seguirá viva de alguna manera, y por eso ella no quería entrar en los velatorios ni en los hospitales porque quería quedarse sólo con el recuerdo de la persona que se había ido mientras estaba viva. Y quizá debería haberla hecho caso, porque tu cara blanca y fría ya no se me olvida. Pero entonces jamás lo hubiera creído. Aunque tú ya no estabas allí. Pero tampoco pienso olvidar nunca cómo eras cuando estabas vivo, porque es inevitable sonreír cuando pienso que hemos vivido esos momentos y que mientras duraron te hice tan feliz como tú a mí.

Un año pero no significa nada.
Te quiero Lila

viernes, 21 de octubre de 2016

21/10/2015

"Hola bichito. Anoche no te escribí porque no me veía con fuerzas. ahora mismo no sé ni que nos dijeron. Pero has conseguido pasar otra noche y eso es lo que importa. Esta mañana nos han dicho que el riego que te llegaba de sangre ayer al cerebro hoy ya no te llegaba y que te iban a hacer una última prueba por si acaso. Menos mal, después de entrar a verte nos han dicho que te llegaba un hilillo y aunque es muy pequeño todavía hay esperanza. Así que tienes que seguir luchando, por favor.
Esta mañana ha estado aquí tu mejor amigo pero no ha podido entrar a verte porque se tenía que ir a trabajar. Lo tienes muy preocupado al pobre.
Ahora estamos esperando para entrar otra vez a verte, ojalá nos den buenas noticias mi amor.
Ha venido ella a verte y hasta he hablado con ella, esto es una jodida locura.
Por lo demás pues ya ves, aquí nos tienes a todos pendientes de ti, en un sin vivir y echándote a más no poder de menos.
Yo no me separo de tu hermana, manda cojones que sea ella la que se pase el día consolándome a mi en vez de yo a ella.
Sabes? Tengo las dos canicas azules que me regalaste el fin de semana pasado en la riñonera, las más bonitas de tu colección de canicas. Ojalá nos den suerte.
Tu padre dice que cuando ha bajado a la capilla ha sentido una sensación extraña de que las cosas van a empezar a cambiar y te vas a poner bien.
Ojalá sea verdad.
Tu chache está fatal,  casi no quiere ni comer así que como no te recuperes pronto, cuando te despiertes va a estar más delgado que tú!
Ay vida, las horas aquí se pasan eternas. Es horrible estar todo el día esperando para poder verte diez minutos y encima de todo cuando te tengo delante no se ni que decirte.
Un día me dijiste que por mí harías lo que fuera, lo que yo te pidiera, Pues lo único que te voy a pedir es que te pongas bien pronto, que sigas siendo el de siempre, porque eres el mejor y no te imaginas la falta que me haces, a mí y a todos.
Le haces falta al mundo pequeñajo.
Te prometo que cuando te despiertes te voy a regalar mis pantalones verdes, los que te dejé este verano.
La promesa más importante que me has hecho desde que te conozco es que pase lo que pase siempre sería la PENÚLTIMA vez para todo.
La penúltima vez que nos hemos dado un beso, la penúltima vez que te he abrazado, que hemos contado estrellas.
La penúltima vez que hemos bailado, que he estado en tu casa.
la penúltima vez que dormimos juntos, que nos inventamos una palabra, que hacemos una locura.
La penúltima vez que nos queremos, la penúltima vez que voy todo el camino en el coche cambiándote la emisora de radio hasta que encuentro una canción que me sé para ir cantándotela, aunque me invente la mitad y ni si quiera entone.
la penúltima vez que vamos al cine, que comemos nuggets de 20, que nos hinchamos de lacasitos.
Y un eternísimo ETC de penúltimas veces que me debes porque me lo has prometido, y tienes que cumplirlo, no es opcional.
Esta noche si tengo fuerzas te escribiré cuando llegue a casa de mis abuelos, porque no puedo con el cansancio y me duelen los ojos de llorar y mantenerlos abiertos.
Recupérate pronto por favor, mi vida. Dame una buena noticia ya.
Te Amo."

jueves, 20 de octubre de 2016

20/10/2015

"Hola vida, la médico nos ha dicho que si no te mueres en cuatro días lo más seguro es que te quedes vegetal, pero yo quiero pensar que no, que no puedes hacerme esto y que aunque sea por nosotros, por tus padres, vas a salir de esta.
Hoy he conocido a tus primos pequeños, que por cierto al peque ya le han quitado la escayola. Iban con una equipación del Real Madrid, tú te crees! jajaja
Cuando he llegado he invitado a tu madre y a tu prima a desayunar, tu padre dice que se ha desayunado un huesito y un colacao, como un niño chico. También me ha dicho que les has transmitido todo el cariño que me tienes y que pase lo que pase voy a ser como su hija en su casa. Muchas gracias mi amor por hacer que tu familia me quiera tanto, al menos esto ha servido para unirme a ellos.
Cambiando de tema no sabes el amanecer tan, pero tan bonito que había esta mañana, tenías que haberlo visto. Vamos, que le he hecho una foto para que lo veas.
Tengo muchas ganas de abrazarte así que te tienes que despertar ya. No sabes como echo de menos que me mandes un mensaje de buenos días y de buenas noches, no paro de mirar el móvil para ver si me has escrito. Dios esto no te lo voy a perdonar en la vida. Si me quieres despiértate ya, coño.
Ya sé que te gusta mucho hacerte el duro y que te estás haciendo de rogar como siempre, pero creo que esta vez te estás pasando de la ralla. 
Sabes esa foto nuestra que subí al twitter? La tengo puesta de fondo de pantalla, no paro de darla besos y pensar en lo bien que nos lo pasamos ese día. Joder vida, esto es como una de mis pesadillas, pero peor porque de esta no me puedo despertar. Te veo ahí tumbado y me acuerdo del domingo pasado en tu casa cuando te quedaste dormido encima mío viendo la peli y me pasé las dos horas acariciándote la cara viendo como dormías pensando en lo guapo que estabas. Y luego te desperté para que nos fuéramos juntos a dormir a la cama, a nuestra cama. 
Pero ahora no estás guapo, a decir verdad estás bastante feo, aunque me muero de ganas de despertarte y que nos vayamos a dormir juntos.
Anoche había un montón de estrellas en el cielo, tenemos que ir a verlas a tu terraza mientras escuchamos música y nos inventamos constelaciones, como el fin de semana pasado.
Me haces mucha falta bichito.  Ponte bueno ya, por favor, no nos hagas esto más.
Te amo, luego te escribo que en un ratito voy a entrar a verte...
Ojalá supiera que decirte para que te despertaras. He pensado en morderte una oreja, pero como suelo entrar con tu familia me da un poco de vergüenza.
Ánimo mi amor, que tú puedes. ¿Cómo va a pararte una pared? 
¿Me quieres? Demuéstramelo.
Te quiero hasta la luna más lejana de todo Neptuno.
Te quiero como para que nos vayamos a vivir en ella. 
Ah, y he pensado que ya no me hace falta una máquina que me teletransporte, ni una que me haga olvidar cosas, lo que necesito es una máquina que vuelva atrás en el tiempo, para obligarte a prometerme que te vas a poner el casco. Y para darte más besos y abrazarte más fuerte.
Prométeme que vamos a hacer todo lo que tenemos pendiente. Prométeme que vas a cumplir todas las promesas que me has hecho.
Te quiero mi amor.

Hola vida, el médico nos ha dicho al medio día que has empeorado un poco desde ayer, que el cerebro se te sigue hinchando en vez de deshincharse y que tienes las pupilas más dilatas que ayer, y eso es mala señal. Pero estamos optimistas porque ya llevas aquí casi 48 horas y sigues aquí y esas son las horas más críticas.
Bua amor está lloviendo a mares. 
Le he dicho a tu madre que ya verás cuando te cuente la vergüenza que me daba comer con ellos y llevo dos días desayunando y comiendo con ellos y te lo estás perdiendo.
Tu madre me ha dicho que soy parte de su casa ya. Aaaay, cuánta falta nos haces.
El médico también nos ha dicho que estás tan sedado que seguramente ni nos oyes, pero yo no paro de hablarte. Te he puesto la canción, te he mordido la oreja y hasta te he dado tres besos en los labios. Bueno, en el labio de arriba porque tenes como una mordaza de vendas en la boca que no te digo ná.
Bua vas a flipar con lo que te voy a contar, para que luego dudes de si te quiero. Nos ha dicho una mujer que estaba en la sala de espera que hay una especie de monja muerta en un convento que concede milagros... pues imagínate, pa' ya que hemos ido. Sí, sí, he estado en un convento y he hecho lo más parecido a rezar que he podido. Vamos, que llevo una estampita en la cartera. Y había un cristo que medía más de 2 metros pero he aguantado el tipo por ti como una campeona. :)
Ah y cuando íbamos de camino para el convento en el coche tus padres y yo  le he renegado a tu madre por no ponerse el cinturón. Jajaja
Hemos estado hablando de ti todo el camino, de lo bueno que eres y de lo muchísimo que te haces de querer. Ahora a las 19.30 entraremos a verte otra vez, le he ordenado a tu cerebro que empiece a deshincharse así que espero que ya haya empezado a hacerme caso, que mañana cuando llegue aquí quiero que los médicos me den buenas noticias.
Estoy pensando que te tenía que haber comprado un libro más gordo, porque a este paso antes del fin de semana te lo he escrito entero.
Bueno pequeñajo, voy a ver si te veo.
Esta noche te escribo y te cuento las novedades.
Te quiero con toda la locura de Neptuno, mi amor."

19/10/2015

"Hola mi amor.
Ayer por la tarde me mandó un MD tu mejor amigo contándome lo que te había pasado pero no me lo podía creer. Ahora no. No cuando más te necesito y no ahora que por fin todas las cosas iban a cambiar de verdad. Quiero que sepas que cuando te despiertes y te pongas bien te voy a pegar una paliza que te voy a mandar de vuelta al hospital. Que lo último que hablamos fue que te pedí que te pusieras el puto casco. A partir de ahora me vas a hacer caso en TODO lo que yo te diga y sin rechistar, eh.
Bueno vida, que en cuanto me enteré saqué un billete de ida para venir en el primer tren, he llegado a las 12.00 de la mañana y tus amigos me han ido a recoger a la estación. En cuanto he llegado he visto tu tía y a tu prima que me han dado un abrazo y me han dicho que a las 13.00h podía entrar a verte, y que seguramente me puedes sentir y oír cuando te toco.
Cuando he subido he visto a tu padre, que está destrozado, y me ha dado un abrazo y me ha dicho:
- Ay lo que te quiere, lo que te quiere mi hijo.
Yo le he dicho que ya lo sé y que le juro que yo también a ti, muchísimo.
A tu madre no me he atrevido a decirla nada porque tenía la cara desencajada.
Hemos entrado a verte y no veas, te han rapado la cabeza y te han dejado las barbas, tu prima y yo te hemos estado vacilando con eso. Te he tocado las manos y los brazos y te he acariciado la tripa y el pecho. Tu abuela se ha pasado todo el día diciéndome que cuando te he hecho eso se te ha acelerado la respiración, que se conoce que me has reconocido. Ojalá vida, ojalá sepas que estoy aquí y que no me pienso marchar hasta que estés bien. Tu padre todo el rato te dice que mira quien está aquí, que estás todo el día mencionándome y que estoy aquí, que estoy aquí contigo y que lo voy a estar para siempre.
Pero nada, tu empeñado en no despertarte.
Los médicos dicen que estás muy grave, y que si te salvas te van a quedar secuelas, pero yo no les creo porque tú me has demostrado que los sueños se hacen realidad y que nada es imposible, y yo quiero pensar que el amor es lo más fuerte que tenemos entre nosotros, tanto incluso que puede salvarte la vida.
Espero que puedas oírme cuando te hablo, porque hoy te he susurrado que TE AMO, te he hablado de todas las cosas que tenemos que hacer, de todas las promesas que tenemos que cumplir y de los siete millones de besos que me debes. Y hablando de promesas, me has prometido que te vas a poner bien. Porque yo te he dicho:
- Prométeme que te vas a poner bien. Si me lo prometes quédate callado.
Y eso has hecho, así que lo prometido es deuda, mi amor.
Quiero que sepas que cuando hemos salido me he sentado en el suelo y he empezado a llorar y tu madre me ha dado un super abrazo y me ha llevado literalmente de la mano a la cafetería para que comiese algo. Y todo el rato estaba conmigo diciéndome que te vas a poner bien. Creo que ella también está empezando a quererme :)
Te alegrará saber que he conocido prácticamente a toda tu familia y que todo el mundo se está portando super bien conmigo y me está cuidando muchísimo.
Tu tía me ha dicho que no estoy sola y que para ellos soy una más de la familia. Me siento super bien de que me estén tratando tan bien, porque de verdad que lo necesito.
Ahora estoy en casa de mis abuelos, mañana a las 8:40h he quedado con tu prima para ir a verte otra vez, aguanta mi vida.
Mi abuela me va a hacer una trenza mañana para que vaya a verte, como la que me hizo aquí en la feria, para que me digas lo bien que me queda y lo guapa que estoy. Y me voy a poner una camiseta azul para que nos de suerte. HAY QUE CONFIAR EN LA BUENA SUERTE MI VIDA.
Quiero que sepas que mi abuela me ha dicho que este verano estás invitado a comer, que ella y mi abuelo tienen muchas ganas de conocerte, así que ya te estás poniendo bien. De todas formas mañana te lo diré, y que mis amigos te mandan muchos besos y te recuerdan que tenemos un viaje pendiente a Ibiza! :)
Mañana cuando te vea te voy a poner la canción de "Y cuando no" de Bely Basarte, que me encanta y te la iba cantando el sábado en el coche, te acuerdas?
ojalá sirva para que empieces a reaccionar para bien ya porque necesito ayudarte bichito.
Te quiero con locura."

Los peores días de mi vida

Hace poco más de un año y antes de que nos viéramos por última vez, mi hermana me encargó que fuera al Fnac a comprarle un libro a una amiga suya por su cumpleaños. Buscándolo encontré uno que se llama "Casi sin querer" de poemas cortos de un autor que solía leer en twitter. Le eché un vistazo y me encantó y pensé que a ti también te encantaría así que decidí regalártelo. Te llamé y te dije que tenía algo para ti pero que primero quería usarlo yo (quería leérmelo entero antes de dártelo). Al poco tiempo íbamos a vernos y quería llevártelo pero me pediste que te lo mandara después por correo, y me pareció genial porque no me había dado tiempo a acabarlo. Ni si quiera sabías lo que era pero estabas como loco. Al final fui a verte y no te lo llevé y cuando quise mandártelo ya era demasiado tarde. Nunca he terminado de leerme ese libro y mira que tengo la mala costumbre de llevármelo a todas partes. Cuando me enteré de que estabas en el hospital me saqué un billete de ida en tren y al preparar la mochila metí el libro, lo metí porque estaba completamente segura de que te ibas a poner bien y de que me iba a sentar en el borde de tu cama a leértelo todos los días desde que te despertaras. Pero nunca te despertaste, nunca pude darte el libro y, aunque alguna vez me lo he llevado al cementerio y me he sentado en el suelo a leerle en voz alta a tu lápida algún que otro poema, nunca he sido capaz de terminarlo.
Los cuatro días que estuviste en el hospital, esos horribles y largos cuatro días de los que esta semana se cumple un año, nos pasábamos las horas muertas en la sala de espera, la mayor parte del tiempo sentada en el suelo o bajando cada dos por tres a la calle con tu prima. Nunca jamás en mi vida me han dolido tanto los ojos como esos cuatro días, nunca he dormido tan poco, he tenido tanto miedo, tantas ganas de vomitar. Y a veces incluso vomitaba. Todo eran silencios y sollozos, cuando cruzábamos miradas entre nosotros intentábamos fingir sonrisas de esperanza pero en el fondo todos sabíamos que los peores días no habían hecho más que empezar. Y era imposible matar el tiempo, nos pasábamos todo el puto día allí esperando a que fuera la hora de verte. Aunque esa media hora casi era la peor de todo el día. Nunca olvidaré la primera vez que entré a verte en la UCI, pero desde luego jamás olvidaré la última. Cuando ya nos dijeron que estabas muerto pero que seguías enchufado a la máquina y apoyé mi oído contra tu pecho sabiendo que era la putísima última vez que te escuchaba el corazón latir.
Así que cómo no había mucho que hacer, excepto rezar, cogí un lápiz y todos los días te escribía entre los márgenes de las hojas del libro, contándote lo que pasaba para poder leértelo cuando despertases. Nunca te lo leí. Y ahora quiero compartirlo contigo.
Parece imposible que haya pasado un año y me siga sintiendo como cuando estaba allí. Cómo si todavía pudiera enrollar los tubos que te rodeaban con mis manos y acariciarte la piel fría que cada día se iba poniendo más blanca.
Hace un año empezaron los peores días de mi vida. Y no se acaban.
Te quiero mi vida, ojalá hubieses sido capaz de superar esto, la vida sería maravillosa ahora.

martes, 18 de octubre de 2016

Caraculo que eres.

Parecía que nunca iba a llegar y hoy hace un año desde la última vez que hablamos. Ahora mismo daría hasta mi puta alma por volver a ese día, por decirte todo lo que no te dije. Por intentar cambiar las cosas. Hoy hace un puto año desde que tuviste el accidente que se llevo tu vida, que te alejó de mi para siempre. Qué no daría por que las cosas hubiesen sido diferentes, por pasar esta noche entre tus brazos comiéndote a besos, por renegarte por tonterías y verte sonreír mañana por la mañana. Un puto año pero no se me olvida tu cara, tus manos ásperas, tus labios suaves. Y me sigue pareciendo imposible que te hayas ido, que ya no existas. Un año, 365 eternos días sin oír tu voz, excepto por los videos con los que tantas tardes me torturo viéndote hacer el tonto, tan lleno de vida que me parece mentira. Eras genial, mi vida. Eras un puto genio de la cabeza a las uñas de los pies. Y cuánto te quería y cuánto te quiero a pesar de que no estés.
Y sé que un año es mucho tiempo, y sé que tengo que dejarte ir porque mi vida sigue aunque la tuya se haya acabado... pero ¿cómo dejas ir al amor de tus sueños? Si eres lo mejor que me ha pasado en la vida, si sé que nunca habrá nadie como tú, si sigo enamorada de ti hasta la puta médula.
Y releo nuestra última conversación y lo último que hiciste en tu vida fue decirme que era una caraculo y de todo lo que podías haberme dicho me parece la palabra más cojonuda que podía haber salido de tu boca, de tus manos. 
Y te juro que lo intento, pero no creo que esto pueda perdonártelo en la vida. Que cada segundo de la mía me harás falta y que una parte de mi siempre se preguntará que hubiese pasado si hubieras seguido aquí. Y sé que no estoy sola y que a parte de mi gente gracias a ti ahora cuento también con la tuya y joder, que me has dejado personas maravillosas a las que jamás imaginé que pudiera llegar a querer tanto. Pero el agujero negro que me has dejado en el corazon no se llena y, a veces, lo absorve todo. Y espero el día en el que todo el dolor haga un big bang y pueda volver a nacer de nuevo, que vuelva a crearse la vida en mí.
Y es verdad que estas fechas son un asco, que los recuerdos de los días en el hospital son más fuertes y duros que nunca, pero al final da igual el día que sea, porque sea el que sea no estás ni estarás.
Y yo aquí estoy, en casa de tu prima, en el mismo sitio donde me trajiste el verano pasado, pero con otra cerveza y sin poder jugar a ese juego. Ojalá estuvieras aquí con nosotras, pero menos mal que me la dejaste a ella que me cuida y es uno de los apoyos más grandes que he tenido durante todo este año y que sé que tendré, porque ahora ya es parte de mi familia, de mi vida y de mi mundo. Así que gracias por haberla puesto en mi vida aquel mes de agosto, gracias por todo lo que me has aportado, lo que me has enseñado. Aunque haya cosas que preferiría no haber aprendido.
Un año desde que se abrió una brecha en mi mundo, desde que moría pensando que te podía pasar algo y al mismo tiempo estaba tan segura de que te pondrías bien... Que te quiero, mi amor. Que te quiero con toda la locura del mundo, sin final, tan eternamente como tú.
Te echo de menos más de lo que nadie imagina, más de lo que nadie puede soportar.
Te azuleo en cada estrella en la que creo que estás, en la que necesito que estés. Ojalá nunca te vayas del todo, aunque algún día dejes de doler.
Te amo bichito.
12 putos dieciochos muriendo contigo y viviendo por ti.
Alioli mi Vida.
Danos fuerza para llevar estos días y todos los que vengan.
Te quiero.



miércoles, 12 de octubre de 2016

El último viaje

Íbamos de camino a la estación y yo te miraba fijamente pensando en que sería horrible que algun día se me olvidase tu cara. Me agarrabas la mano mientras conducías con la otra y yo pasaba los días en el calendario del móvil deseando volver lo antes posible, aunque todavía ni si quiera me había marchado. Y esa sensación de tristeza por tener que enfrentarme otra vez a la despedida. Recuerdo hasta la ropa que llevaba puesta aquel día. Llegamos a la estación y el autobús iba tan lleno de maletas que no se podía cerrar el maletero. Al día siguiente madrugabas pero aun así insististe en quedarte hasta que se fuera mi bus. Y allí estábamos los dos, a la una y media de la mañana un ya 13 de octubre cualquiera, abrazándonos en el dársena. Tristes pero contentos, después de un puto puente increíble. Te pregunté ¿me amas? Y me miraste a los ojos y me dijiste "te amo, yo sí que te amo" sonreí mientras te besaba en los labios y volvimos a abrazarnos, nuestras manos no se soltaron hasta que nos separamos y me subí al bus. Ese fue nuestro último beso, nuestro último abrazo. Y cuando me senté en mi asiento me di cuenta de que no habían pasado ni 10 segundos y ya te echaba de menos. Y supe que muy pronto volvería, lo que no supe es que sería porque te estabas muriendo. Me quedé dormida pero me puse la alarma para ver si habías llegado bien a casa y me habías escrito diciendo que te habias quedado tirado por el camino y que estabas esperando a la grúa. Al final sólo dormiste dos horas y yo llegué a mi ciudad a las 6.00h de la mañana, y me metí en un bar que habia cerca de la estación a desayunar mientras empezaba a subrayarme el tema 2 de psicopatología y tú me dabas los buenos días mientras te ibas a trabajar. Y esa fue la última noche que nos vimos. El último día que pasamos juntos. Y, ¿sabes qué? Que aunque hubiese sabido que iba a ser el último no hubiera cambiado nada. Nada de todo el puente, porque fue perfecto. Porque hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz como me hiciste, como lo fuimos. Es curioso que puedas ser en la misma persona lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida. Pero esque en lo mejor has sido insuperable y no cambiaría nada, ni un sólo segundo de los que tuve contigo. Y lo sé porque despues de un año sin ellos siguen haciéndome falta.
TE AMO, YO SÍ QUE TE AMO.

sábado, 8 de octubre de 2016

8 de octubre

Hace un año mañana por la noche sería la última vez que me escaparía para ir a verte. Llegaría a la estación a las cinco de la mañana, aunque tú llevarías esperándome desde las 3. Te avisaría de que estoy llegando al ver el cartel luminoso de color azul y al bajarme del bus allí estarías tú, nervioso y contento. Parecía que nunca iba a llegar pero, ya ves, al final ha pasado ya casi un año sin vernos. Y sigue doliendo, ¿sabes?. Saber que pasarán 100 años más y seguiremos sin vernos. Ojalá te hubiese abrazado más fuerte cuando me bajé del bus, ojalá te hubiese apretado más fuerte la mano mientras conducías hacia casa y ojalá te hubiese dado tantos besos que no hubieras podido dormir en todo el fin de semana. Total, mira todo el tiempo que tenías para dormir luego. Pero cuántas cosas hicimos ese finde, mi vida. Lo increíble que nos lo pasamos, disfrutamos de cada momento sin saber que serían los últimos. Hicimos muchos planes para muchos años, para muchos otros fines de semana que nunca llegarían. NUNCA. Esa es la palabra más triste que existe en el mundo. Un año sin verte y no entiendo como es posible que te siga queriendo, que me sigas doliendo, que me sigas faltando. Daría todo por volver un año exacto en el tiempo, por volver a pasar este fin de semana contigo, aunque después volvieras a marcharte y tuviera que volver a pasar por todo este dolor insoportable. Sólo ese fin de semana hizo que todo lo demás valiera la pena.
Sigo sin poder creer que no estás. Que no estarás, pero sobretodo que estuviste un día. Porque ya casi no me acuerdo de a qué sabían tus labios, si la última vez que los besé estaban muertos.
Te echo de menos. Maldito octubre, maldita moto, maldita vida. Maldita suerte
Te sigo queriendo como ya no se quiere, mi amor. Cómo nadie entendería. Cómo sólo tú y yo sabíamos querernos. Cómo no volveré jamás a querer a nadie.
Te azuleo, Lila, aunque sigan pasando los días sin vernos. Aunque siga pensando que nada queda de ti aquí, aunque ni si quiera existas. TE AZULEO.

sábado, 1 de octubre de 2016

Septiembre

Y parece mentira cómo el verano ha pasado. Cómo otro mes más que se acaba. Y el peor que empieza ahora... Y parece mentira que ya haya sido mi cumpleaños, que no hayas estado para felicitarme, para celebrarlo conmigo. Hubiese dado todo porque hubieses aparecido aquí el jueves y me hubieses secuestrado. Eres la persona con la que más me apetecía pasar el día y con la última con la que podía hacerlo. Pero bueno, ya ha pasado. 23 castañas, Vida. Las mismas que tenías tú cuando te fuiste, en las que te has quedado. Si llego a los 24 seré más mayor que tú y bueno, es algo con lo que jamás hubiese contado.
Me encantaría poder enseñarte el regalo que me han hecho mis padres porque hubieses flipado.
Y te hubieses meado de la risa si vieras lo que me han regalado estos, en serio. Y la verdad que aquí me cuidan bien, que estoy rodeada siempre de gente que me quiere un montón pero, jo Lila, no me termino de sentir bien. Esto no es lo que yo me imaginaba cuando soñaba en venirme a vivir aquí. No eran así como quería que fueran las cosas. Pero lo son. Y aunque a veces me sigo sintiendo muy, muy, muy solita no quedan más huevos que acostumbrarse. Porque no hay otra cosa.
Septiembre.
Hace un año me hubiese pasado todo el mes discutiendo contigo para que no fueras a vendimiar. Y tú me dirías que no era por el dinero, que ibas porque te encantaba vendimiar. (No creo que jamás en la vida vuelva a conocer a alguien tan raro al que le guste hacer eso) pero así eras. Especial.
Hace un año nos hubiésemos pegado un fin de semana increíble en tu ciudad, haciendo un nuevo cumpleaños el mejor de mi vida, a base de rebujitos. Que fuerte, mi amor, que fuerte que haya pasado un año ya.
Así que este año no he querido celebrarlo. Les prohibí a todos que me felicitasen y me regalasen cosas (aunque ya ves, se lo han pasado literalmente por el forro). Fue un día bastante extraño, bastante triste.
¿Te acuerdas cuando tú cumpliste los 23? Te pregunté si habías pedido un deseo al soplar las velas y me dijiste que no. Así que te compré un par y cuando nos vimos en verano te las clavé en una galleta de dinosaurio y te canté el cumpleaños feliz por el pasillo de tu casa con la galleta en la mano. Te morías de la risa, te brillaron los ojos, los apretaste fuerte y las apagaste. Nunca sabré que pediste porque ya sabes que los deseos si se dicen no se cumplen, pero espero que en los dos meses restantes de tu vida me dio tiempo a cumplirlo.
El jueves por la noche cogí esas mismas velas, me fui a la playa, me senté en las piedras, las clavé en un osito Lulu y también las soplé pidiendo un deseo. Estúpidamente, porque si algo me ha enseñado la vida es que por mucho que desees algo... no siempre se cumple.
Mis niños me preguntaron una vez que porqué no había ido a buscar a un mago o a un hada que hiciesen magia para que te salvaran la vida cuando estabas en el hospital. Y me acordé del día que fuimos como subnormales a un convento de monjas de clausura a rezar a una supuesta monja muerta que hacía milagros para que te ayudara a ponerte bien. Y les dije a mis niños que sí, que claro que buscamos magos, brujos, hadas y duendes que hicieran magia. Pero es que ni la magia pudo salvarte.
Será que es verdad que no existe.
Dentro de nada ya van a pasar 12 meses desde la última vez que vi tu cara, que toqué tus manos, que besé tus labios. Un puto año entero sin verte, sin saber nada de ti. Y cada día con la certeza más grande de que no estás aquí, de que nunca lo has estado. De que te apagaste y desapareciste del puñetero universo. Y es triste, y me da tanta, tanta, tanta pena, que ya no puedo ni llorar.
Miro a mi lado buscándote, queriendo verte, pero no te veo.
Intento oírte, pero no te oigo.
Intento sentirte, pero sólo dueles.
Y así, todos los días durante 12 meses, deseando que me mandes una señal que nunca me mandas. Deseando soñar contigo aunque casi nunca sueñe.

Aquí te dejo una canción que te he cantado varias veces, una canción que hace casi 12 meses que no escucho, como la mayoría de las canciones. Porque siguen sonando a recuerdos, a recuerdos que duelen.
Espero que hayas tenido un septiembre muy azul, bichito.
Te quiero, te amo y te azuleo hasta Neptuno.
Alioli.

Lagarto Amarillo - Septiembre


lunes, 19 de septiembre de 2016

Dulces sueños coloridos

La primera vez que viniste a dormir a mi casa, el último día antes de dejarte en la estación, fuimos al Ikea a desayunar con mi padre y ha comprar algo con el descuento que nos hacían. Allí me compré mi paraguas granate, porque como no podía ser de otra manera, llovía. Al pasar por la sección de las fundas de la cama, había unos rotuladores que eran para pintar las sábanas y las fundas del edredón y crearte una personalizada. Así que no lo pensé dos veces y me hice con un paquete, te prometí que te pintaría una funda de almohada con todos los colores por las dos caras, y que la próxima vez que nos viésemos te la daría.
Pues bien. A partir de ese día todos los fines de semana cuando te colgaba el teléfono por las noches, después de horas y horas hablando, me ponía en los cascos canciones que siempre me hablaban de ti y me pasaba otras tantas horas pintándotela. Después de comer, antes de que hicíeramos skype, en un descanso de estudiar... me pasé un  mes dedicándole horas. Este fue el resultado:


Menuda cara pusiste cuando te la di. Aunque no me pude aguantar y de vez en cuando te enseñaba algún trocito por skype. Te encantó. No sé cuántas veces me dijiste que lo habías leído, no sé cuántas noches, no se cuántos días. Me contaste que una vez bajaste corriendo las escaleras de tu casa para enseñárselo a tu madre, loco de contento.
Puse todo mi amor en cada una de sus colores, le dediqué todo el tiempo que pude, todo el amor que tenía. Y jamás pude imaginar que ocho meses después volvería a tenerlo encima de mi estantería y mucho menos que tú jamás volverías a leerlo.
Ahora lo miro y me acuerdo de como te brillaban los ojos, de lo rojo que te ponías. Creo que es uno de los regalos más simples y bonitos que he hecho a alguien en toda mi vida. Como me alegro de que ese alguien fueses tú. Y de todos los besos que me diste a cambio.
Pero ahora seré yo la que no se canse nunca de leerla, porque en esa estúpida funda de almohada hay más recuerdos, momentos y sentimientos grabados de los que nadie pueda si quiera soñar.
Azules noches, bichito Lila.
Te quiero -

¿Y qué es la vida?

Un continuo e interminable cambio. Todo funciona a base de cambios, los cambios son la base de la vida. Nada es estático, todo se mueve, da la vuelta, se invierte. Constantemente. ¿Cómo ha podido cambiar todo tanto? le pregunté hace poco a una amiga. VOLVERÁ A CAMBIAR. Me respondió. Y es verdad. Esta situación no durará eternamente, porque nada es eterno salvo los cambios. Salvo el hecho de cambiar, mejor dicho.
Y es que la vida es, literalmente, increíble. Nunca tendrás la que imaginaste, nunca saldrá todo como lo planeaste. E, inevitablemente, vuelves a imaginarte una nueva que jamás llegará. Hay cosas que nunca pensaste que te pasarían, pero te pasaron. Otras que esperaste con fuerza pero nunca llegaron. Hay personas que fueron imprescindibles en ella durante mucho tiempo y, aunque pensaste que lo serían siempre, ahora a penas las reconoces. Otras aparecieron como por arte de magia y de momento se han quedado. 
Han pasado 11 meses, 11 largos meses de cambios, de incontables cambios pero, hay otras cosas que todavía no cambian. Sentimientos, echar en falta, la pena, la nostalgia. No cambian las ganas de verte, aunque cambien de domicilio. 
11 meses en los que mi vida ha pegado el cambio más grande al que se ha enfrentado, al que probablemente se enfrente. Y no ha parado de cambiar, de girar a velocidad de vértigo. Y aun así sigo teniendo la sensación de que necesito un cambio. Otro más. Más grande. Pero no sé a dónde, no sé de qué. Algunos cambios los elegimos nosotros, pero la mayoría nos vienen impuestos por alguna extraña ley de la física cuántica que no podemos conocer, que no sabemos descifrar. Y supongo que eso es lo bonito y lo aterrador de la vida, que nunca sabes dónde te encontrarás el próximo cambio, que no sabes nunca si será a mejor. Por eso creo que en la vida lo importante es no acomodarse, no acostumbrarse a nada. Excepto a seguir cambiando. De ropa, de vida, de planeta. 
Pensé que siempre estarías para defenderme, y el error fue confiar en que la vida no te arrancaría de mi lado, en que compartíamos los mismos cambios, que daríamos todas las vueltas juntos. Y con esto al final he tenido que aprender que los cambios los hacemos solos, porque cada uno tenemos los nuestros propios y son personales e intransferibles. 
La vida es increíble, hay que aprender a ajustarse a ella, estar dispuestos a ser unos aventureros que, sin equipaje podamos enfrentarnos a lo que se nos venga encima. Yo personalmente no tengo ni puta idea de como se hace, y la situación casi siempre me supera. Pero he aprendido que puedes llorar y gritar todo lo que quieras, porque no te mueres, es imposible morirse de pena, de miedo o de rabia. Así que no quedan más cojones que esperar temblando que vuelva a cambiar la vida, con miedo, sí, pero sobretodo con intriga.
Ojalá me hubieses enseñado a ser tan valiente como tú lo eras, mi vida.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Lluvia de otoño

Será que llueve, que el otoño vuelve y trae de nuevo esa tristeza, porque el otoño es la estación más triste del año. Y más desde que te fuiste, que me pasé los meses recorriendo las calles mojadas, mezclando mis lágrimas con las del cielo que lloraba por no poder verte. Los pies fríos, las botas negras. Los cascos de música, el viento en la cara. Las hojas secas volando en círculos. El olor a humedad. Días de frío. De no saber dónde sentarme a pensar. Días de otoño, de triste otoño que vuelven a mí una vez más, un año después, para susurrarme que no estás. Irónico que cada vez que nos veíamos se pusiera a llover y que la lluvia siempre me recordase a ti. Irónico que el día que te fuiste no paraba de llover. Que los meses siguientes llovieron cascadas. Que en mis ojos la lluvia sigue cayendo por los tejados.
Será que llueve y estoy en el sofá con la manta mirando el arsenal de películas de Disney que podríamos tragarnos ahora. Comiendo lacasitos de colores, regalices rojos. Bebiendo cerveza. O tumbarnos a escuchar música mientras nos acariciamos las manos, el pelo, sin decirnos nada. Dejando hablar a las canciones que tan bien nos conocían. Podríamos estar pintando, podríamos estar durmiendo abrazados, haciéndonos el amor. Podríamos estar contándonos cuentos. Coger ese paraguas y salir a saltar los charcos, a empaparnos. Pero no. Y aunque se me ocurren cien mil cosas que podríamos hacer, me quedaré aquí. Sentada. En este sofá, entre estas cuatro paredes que tanto nos han escuchado. Que tantas horas nos han visto. Recordando. Pensando en lo ilusos que fuimos al pensar que envejeceríamos el uno junto al otro. Que algún día nos casaríamos, pensando el nombre de nuestros hijos. Que ilusos fuimos al pensar que nos quedaba tanta vida por delante, tanto tiempo que aprovechar. Tantos viajes, tantos bailes. Que ilusos. Apenas unos meses más. Y ya está. Y hay tantas cosas que te necesito contar, tantos consejos que no te puedo pedir, tanto apoyo que no sé donde buscar... tengo miedo y no sé a quien llamar. No tengo a quién abrazar, a quién despertar a las 5:37 para que se vaya a trabajar. No tengo a quien echar tanto de menos. A quien tener tantas ganas de comerme a besos. A quien escribirle cartas, canciones y hacerle dibujos a todas horas. Joder, que falta me haces. Y eso que me propongo seguir para a delante, volverme independiente, no volver a necesitar nunca, nunca, nunca a nadie. Hacerme fuerte, invencible. Pero no es tan fácil. No es nada fácil, de hecho. Tú eras mi fuerza, mi vida.
Ayer me puse un momento tu camiseta favorita, la verde del bigote. Era como llevarte puesto un ratito porque genialmente sigue oliendo a ti con fuerza. Me sentí tú y me dieron ganas de comerme. Y me puse triste, porque te quedaba setecientas millones de veces mejor a ti. Leí un par de cartas y de cosas que encontré haciendo limpieza pero tuve que parar porque no quería llorar más. Que increíble me parece pensar que hayamos llegado a querernos tanto, tantísimo mi amor. Y que ya nunca más. De la noche a la mañana se acabó.
Parece que sale el sol, quizás luego salga a pasear... a ver si me encuentro algún pedazo de ti en este otoño que empieza a llegar.
Te quiero un martillo gigante Lila.
Aliolis azules


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Ojalá no estés

Hola vida, cuántos días sin escribirte. A penas he tenido tiempo de descansar. Los exámenes me han salido bastante bien, menos mal. Aunque todavía no he terminado. Me encantaría poder llamarte para contarte las que he fallado, las que he aprobado, para oírte decir lo orgulloso que estás de mi y lo mucho que te alegras. Que no me castigases sin verte. ¿Te puedes creer que ya estemos en septiembre? A mí me cuesta, me cuesta muchísimo pensar que hace un año estábamos planeando mi cumpleaños, el que iba a ser el mejor de mi vida. De la historia. Ya casi ha pasado un año desde la última vez que pasaron muchas cosas, la primera vez que muchas se acabaron y que todo cuánto conocía, cuanto sentía y cuanto creía saber se esfumó para dejar paso a una desolación que se lo llevó todo. Que lo cambió todo. Ha pasado mucho tiempo y puedo decir, no sin un nudo en la garganta, que me he ido acostumbrando a la situación, pero sigo sin superarla. Es verdad que día a día intento centrar mi vida, intento reorganizarla... pero es tan complicado... tú eras el orden de mi kaos, ahora sí que mi vida es un kaos constante, un desastre absoluto. Como un laberinto que no tiene salida y da igual lo mucho que la busques porque, no puedes encontrarla. Así que haces vida en el laberinto, aprendes a vivir en él. Es complicado porque, a veces, sobretodo cuando es de noche, da un poco de miedo y te sientes solo. Y no es que te sientas perdido, es que sabes que lo estás. Todos los días mis amigos y mi familia se pasan por allí e intentan sacarme. Pero creo que no estoy lista para escalar las paredes todavía. Necesito quedarme un ratito más. A veces me gusta estar sola, perderme por las calles como si no conociera a nadie, como si no me conociera a mi misma. Escuchar música que no entienda con el volumen a tope y tratar de no pensar. Porque siguen volviendo, Lila. Siguen volviendo aquellos horribles días en el hospital. Y vuelve ese olor... esa voz diciendo que te habías ido, que nos habías dejado. Vuelven los gritos de tu madre taladrándome el tímpano y vuelve ese silencio. Esos instantes de cámara lenta, de evasión, de pesadilla. Vuelve tu cara de muerto. Tus labios fríos. Y vuelve la última conversación. El último abrazo, la última despedida en la estación de autobús. Y la última cerveza, la última comida. Vuelve todo. Las duchas de agua fría, las constelaciones, tu terraza, aquel bar. Los dardos, el cine, el pollo frito, los muelles de la cama, el despertador a las 5:37, todo vuelve. Vuelve porque no se ha ido. Porque no se va. Y aunque haya pasado un año, aunque ría, aunque cante, aunque baile, aunque beba, aunque me lo pase bien, aunque disfrute, aunque viaje, aunque conozca gente, aunque no pare... duele. Es inevitable. Y duele. Sigues doliendo como aquel instante. Como ese mensaje que dice que te están llevando en una ambulancia al hospital. Como el abrazo que me dio tu padre cuando entré por la puerta de la UCI, duele como tocarte la piel fría, como morderte la oreja y no verte reaccionar.
Ha pasado casi un año y no sabes, mi vida, no puedes saber todas las cosas que han pasado, todas las cosas que han cambiado, tantas, tantas, tantas cosas... y en todo este año no ha habido un solo segundo en el que no haya deseado con todas mis fuerzas que estés a mi lado. Que aun que no pueda verte estés conmigo todo el rato, que oigas lo que pienso, que sientas lo que siento.
Pero, anoche, por primera vez, desee aún más fuerte que no lo estés. Que no puedas vernos, que no puedas oírnos, que te hayas marchado. Que estés descansando y no te preocupes. Porque si de verdad puedes vernos, si sabes todo lo que está pasando, tu dolor tiene que ser muchísimo más grande que el mío. Y te quiero tanto que no me consuela, que no puedo soportar pensar que estés sufriendo. Aunque yo lo haga. Aunque a veces siga enfadada contigo. Por separar nuestros caminos. Por no permitirme pasar el resto de mis días contigo. Pero ya no hay vueltas atrás, ¿sabes? ya no vas a volver, no puedes dar marcha atrás, ni girando sobre ti mismo. Te has marchado, así que vete. Vete y no vengas más. No quiero que pases por la frustración de ni si quiera poder hacer nada para consolar, para ayudar, para arreglar todo lo que se ha roto, todo lo que se ha hecho añicos desde aquella tarde del 18 de octubre. Algo se rompió en el universo aquel día. Algo que ni tú ni nadie puede arreglar, nunca. No quiero que te sientes a ver como las cosas se siguen destruyendo, como personas a las que tanto has querido se desmoronan, se vuelven locas y lloran hasta deshidratarse.
No quiero que veas los problemas, el sufrimiento, las cosas tristes, las cosas malas, el dolor... en serio. No quiero que sufras viéndonos. Sabiendo. Vete, márchate.
Te quiero demasiado como para pedirte que te quedes.

domingo, 28 de agosto de 2016

El eterno viajero

Hola Lila,
no te puedes imaginar el colapso mental que tengo en este momento. Intento estar distraída y haciendo cosas todo el día (y ahora con los exámenes, ni te cuento) porque a veces, cuando me paro, me doy cuenta de lo muchísimo que ha cambiado mi vida en estos diez meses y te lo juro, me da tanto, tanto, tanto miedo... pienso en cómo será a partir de ahora y la verdad, no sé ni que contestarme. Me encantaría poder contar con tu apoyo cuando la situación me supera, cuando me invade la pena y los recuerdos me taladran el cerebro y parte del corazón. Intento respirar hondo y contener las lágrimas pero a veces es inevitable llorar. Volver a llorar. Seguir llorando.
Y es que a veces me vuelve la sensación que tenía cuando me despertaba a tu lado tumbada en tu cama, cuando íbamos paseando de la mano, cuando me subía la adrenalina si me llegaba un mensaje tuyo. A veces aún recuerdo tu voz resonando en los cascos de mi móvil, tu risa acorralándome. Y parece mentira que ya casi haya pasado un año, un puto año desde la última vez que te pude abrazar. Un año y el dolor sigue surgiendo. A veces se duerme, pero no deja de estar ahí. Un año no es suficiente para dejarlo ir, para dejarte ir. No puedo evitar que una parte de mí siga enamorada de la idea de pasar el resto de mi vida contigo, aunque sepa que no puedo. Que ya no puedo. 
Es verdad que ya no estoy tan mal como al principio, que me río más y hago más esfuerzos por pasármelo bien, por intentar disfrutar de la vida y, sobretodo, de todos los que siguen aquí. Tarde o temprano tendré que aceptar que la vida es así. Que un día estás hablando con alguien, abrazando a alguien, y cinco minutos después se puede morir. Que cualquiera puede ser la última conversación, el último beso, la última despedida.
Me has enseñado tanto... más de lo que aprenderé en toda mi vida.
Una amiga tuya me dijo una vez que está segura de que estás en alguna parte, y que a ella le gusta decirte que eres el eterno viajero. Que eres como un amigo que se va de viaje y no le puedes ver porque se está recorriendo el mundo. Y a veces pienso en qué país estarás ahora, suertudo. Con las ganas que tenías siempre de ver cosas nuevas y conocer gente. Y pienso lo mucho que me encantaría irme contigo, recorrer cada rincón.
Una vez me dijiste que teníamos que ir a no se dónde a ver una aurora boreal, que habías visto una foto y te habías enamorado de lo precioso que era. Seguro que cada mañana amaneces en una distinta, eh. Ojalá algún día me las puedas enseñar a mi también.
Le quiero coger el gusto a eso de viajar, ¿sabes?, voy a hacerme mochilera. Que hay que ver mundo por lo que pueda pasar. Pero no me voy a llevar muchas cosas, por si te quieres venir conmigo que no me pese de más.
¿Has visto quién ha estado esta semana aquí? Joder Vida, es una persona tan genial... cómo me alegro de haberla conocido. De que tú la conocieras. Hemos ido a un concierto de Estopa juntas, y pensar que antes siempre me chinchabas con eso... mataría por ver tu cara si podías vernos.
Este verano está siendo bastante difícil sin ti. Me decías que íbamos a viajar tanto... y al final estás viajando sin mi.
No puedo evitar seguir mirando al cielo todos los días, pensando si estarás en alguna de esas estrellas, pensando si, como dice tu prima, el cielo se acabará poniendo verde de todas las lechugas que estarás plantando.
Dentro de poco es mi cumpleaños, Vida... y después de lo jodidamente increíble que lo pasamos el año pasado, este me niego a celebrarlo. No quiero saber nada de nadie. Me vas a faltar demasiado, inevitablemente. Voy a tener la misma edad que tú cuando te fuiste, la misma edad que tú tendrás para siempre.
Te echo de menos. Muchísimo. Todos los días me sigues faltando.
Te quiero, te amo, te amo, te amo y te amo. Con toda la locura del mundo. De aquí a Neptuno quince mil millones de veces, ida y vuelta, ida y vuelta hasta que sólo fuese ida. Y no volvernos.

martes, 16 de agosto de 2016

QUINCES

Hola vida, ya sé que ayer fue el temido 15 de agosto. Y ya sé que no te escribí. Por suerte o por desgracia todavía me daba vueltas la cabeza después de todos estos días tan intensos. Te alegrará como un loco saber que me lo he pasado genial, que he conocido un montón de gente increíble y que me muero de la pena de no poder contártelo porque me encantaría poder compartir contigo todas esas experiencias. Que te pasaras horas mirándome mientras te hablo, gesticulando cada historia y que te brillasen los ojos. He tenido algún momentillo de bajón pero lo he sabido gestionar bastante mejor de lo que pensaba, ¿sabes?, cuándo estaba rodeada de miles y miles de personas y la música me hacía vibrar cada milímetro del cuerpo, miraba hacia el cielo con las manos estiradas, fijándome en la punta de mis dedos y pensaba que estoy viva, y que no sé cuando dejaré de estarlo, cuando dejaré de sentir la piel de gallina, la música retumbando en el pecho, el calor de toda la gente. Y veía los fuegos artificiales, los confetis, las luces de colores y se me ponían los pelos de punta y me entraba la risa y me ponía a saltar y a chillar como una loca. Hasta quedarme sin voz, hasta quedarme sin pies. Cómo si hubiese alguien más dentro de mí que multiplicaba mi energía por dos. Como si tú también estuvieras allí, en mí.
Es jodido saber que hace exactamente un año estábamos bailando con todos tus amigos en aquel pueblo, bebiendo y cantando como locos y durmiendo abrazos. Es jodido pensar que hace un año, un día como hoy veníamos de camino aquí, que tus padres me hicieron un bocadillo de jamón que me obligaste a comer, que volvimos a parar en tu casa de la ciudad para querernos un poco más antes de venir y volver a estar en esa casa siete años después era bua... la sensación más cojonuda que he sentido jamás.
Luego te pegué la chapa todo el camino contándote cosas de mi vida, la lección que me estaba estudiando para septiembre. Y cuando llegamos fuimos a la playa y nos comimos un helado de yogur de esos que puedes echarle lo que te de la gana. Y el tuyo estaba asqueroso, ¿te acuerdas?. Estuvimos andando por el paseo hasta que nos cansamos y nos fuimos a jugar a las palas, improvisando pelotas hasta que llegó ella con su novio y fuimos a tomar café bombón batido aunque no te gustase nada el café. Y jugamos al futbolín y perdimos, porque eras más malo que nada. Pero cuánto nos reímos. Después vinimos a su casa, me acuerdo de lo nervioso que estabas y de las ganas que tenías de conocerle. Cenamos pizza y empezó a llegar un montón de gente borracha. Nos quisimos un poco y después de fuiste, al día siguiente trabajabas. Hace un año un día como hoy prometimos que dentro de siete años volveríamos a vernos en la misma casa, en la misma terraza, bajo las mismas estrellas, pasara lo que pasara. Ayer ya sólo faltarían 6 años pero aunque yo vaya tú ya no podrás estar. No lo podrás cumplir, y duele, duele mucho.
¿Sabes?. creo que no lo estoy haciendo tan mal, porque empiezo a asimilar lo que ha pasado y que te has muerto pero cada vez me cuesta más asimilar que alguna vez estuviste vivo. Y también me he dado cuenta que, por mucho que digan, no por aceptar que no vas a volver me duele menos. Porque todos los días me haces falta. Porque todos los días me levanto y pienso que he sido tan afortunada de tenerte y tan desafortunada por haberte perdido... y que nunca voy a encontrar a nadie que me haga tan feliz como tú. Porque eres lo mejor que
me ha pasado en la vida.
Quiero que sepas que me encanta seguir soñando contigo al menos una vez al mes, porque es la única manera que tengo de que no se me olvide tu cara, tu voz y tus labios. Y que no me importa lo que haya después. Sé que somos dos en uno y uno en dos. Y que tu alma va conmigo, a donde vaya yo.
Que te quiero, mi vida. Que te quiero igual que hace un año, exactamente igual o incluso más.
Que nunca podré agradecerte todo lo que me has hecho sentir, aprender, pensar y luchar.
Que si soy fuerte es gracias a ti. A la fuerza que me has dejado. A la que me transmitiste desde la primera vez que te vi.
Que echo de menos la sonrisa que me enamoró de ti. Tu voz acelerada, tu acento. Tu pelo corto pero suave, tus orejas puntiagudas y cada uno de tus lunares.
Y que no te olvido, no te olvido porque vives a fuego en mi corazón y porque te quiero con todo mi alma, con la tuya.
Espero que estés teniendo un agosto muy azul y que no dejes de estar orgulloso de mi nunca. Que estos han sido los 10 meses más difíciles de mi vida pero aquí sigo, con dos cojones, y seguiré.
Que te amo, mi súper héroe. Te amo martillo enorme.
Siempre en mí, conmigo.
Alioli vida. Feliz 15.



miércoles, 3 de agosto de 2016

Se retuercen los recuerdos

Hoy es uno de esos días en los que no se explicar cómo pero siento que, aun que no sepa dónde, estás en alguna parte. O quizás serán las ganas que tengo de que lo estés. Hace un año por estas fechas rebosábamos felicidad y yo me retorcía en mis sábanas imaginándome el momento en el que volveríamos a vernos, en cómo sería hacer el amor en la playa. Hoy me retuerzo pero no me imagino nada, solo recuerdo. Recuerdo lo maravilloso que fue, millones de veces mejor de lo que había soñado. Recuerdo encontrarnos en la puerta de aquel hotel que, estúpida y "casualmente", se llama Neptuno. El mismo hotel en el que me dejó tu tío la primera noche que estuviste en el hospital poco más de dos meses después. Si supieras hasta que punto esa noche lo cambió todo... si supieras todo lo que ha cambiado... camino de los 10 meses ya, que no deja de ser mucho y poco tiempo a la vez. Y hoy te vengo a escribir una vez más todo este texto para intentar encontrar la manera de decirte que te echo de menos y que sigo enamorada de ti hasta las putas trancas y que a veces pienso que tarde o temprano acabaré volviéndome loca porque es imposible aguantar cuerda esta situación. Ojalá encontrara el modo de quedarme a gusto, de saber que sabes lo que pienso, lo que siento, lo que me haces falta. Pero aunque lo supiera, aunque tú lo supieras no me quedaría a gusto. Porque te seguiría necesitando y seguirías sin estar conmigo. Todo cambia pero a la vez todo sigue igual. Y la única realidad que veo y que importa es que jamás podré enseñarte mi casa nueva ni ver cómo se te mojan los pies en la orilla del mar.
Te amo bichito azul de los deseos
Alioli
P.D: Vuelve ya, por favor...

sábado, 30 de julio de 2016

A la chica de la foto

Me pongo a mirar nuestras fotos, sobretodo las del verano pasado y me da tanta rabia pensar que este podía haber sido todavía mejor. Me pongo a mirar nuestras fotos y a veces no te miro a ti. Me miro a mi. Miro lo feliz que me veo, lo mucho que me brillaba la cara, los ojos. Me miro tan cerca de ti y me digo "abrázale más fuerte, aprovecha y aspira todo su olor, muérdele los labios hasta que se los arranques y esta noche hazle el amor como si fuera la última vez que lo haces. Apriétale la mano mirándole a los ojos y que en ellos lea lo mucho que le amas y dile lo feliz que te hace todos los días. No permitas que te prometa nada, no dejéis cosas por hacer para mañana. Que no te diga que ya habrá tiempo, no desperdícies ni un sólo segundo discutiendo con él, a no ser que sea sobre quién quiere más a quién. Cántale a grito pelao esa canción que tanto le gusta y no dejes que se duerma, intenta hacerle cosquillas hasta en la punta de los pies y susurrale bajito todo lo que te estás callando. Dile lo que piensas, dile lo que sientes y memoriza la cara que pone cuando sonreís a la vez. Tú, que todavía le estás tocando, que te miro y me das una envidia insoportable. Tú que soy yo, pero que me cuesta reconocerme. Tú que estás en esa foto y esta noche él dormirá contigo y te comprará helados de chocolate. Se tumbará encima tuyo para que le cuentes un cuento mientras se duerme, acaríciale suave el pelo, hazle surcos con formas de corazones en la cara todo el tiempo. Mírale dormir pero, sobretodo, mírale al despertar. Porque no hay nada más maravilloso que verle despertar."

Me pongo a mirar nuestras fotos y me doy cuenta de que nadie ni nada podrá borrar de ellas nuestras sonrisas. Que en ellas nuestra felicidad es inmortal y allí se queda. Abrazándose por las noches cuando nadie las mira.

jueves, 21 de julio de 2016

Todavía no

Hola vida, tengo que contarte tantas cosas que no se qué hacer para que no se me olviden. A veces escribo como un diario en un cuaderno que me regaló mi hermana aun que, la verdad, hace mucho que no lo abro. Ojalá encontrara la forma de sentir que sabes lo muchísimo que te echo de menos, la pena que me da que te hayas perdido tantas cosas y el miedo que tengo de no ser capaz de rehacerme sin ti. Espero saber aplicar a mi vida todo lo que aprendí de ti, todo lo que me enseñaste (que no fue poco) desde que te conocí. Ojalá supieras todas las cosas de las que me arrepiento, todas las veces que me callé cuando tenía que haber gritado. Ojalá supieras que te amé y te amo con toda la fuerza con la que se puede querer a una persona y ojalá esa fuerza sepa utilizarla para seguir día a día hacia a delante. Ojalá supiera cómo seguir dejando de mirar a trás. Te alegrará saber que todos los días intento sonreír más veces de las que lloro o me pongo triste intentando buscar los motivos que tengo para hacerlo. Que sé que no son pocos pero es difícil porque tampoco son pocos los que tengo para seguir triste. He perdido tanto en tan poco tiempo que no soy capaz de gestionar el dolor que me supone. Ya han pasado 9 meses eternos y a la vez fugaces desde que te marchaste para siempre y sigue pareciendo que  un día de estos aparecerás en la puerta de mi casa con una bolsa de regalices y una sonrisa tonta en la boca. Odio odiar la música que antes tanto me gustaba cantarte, oírte cantarme. Esas canciones que escuchaba todos los días una y otra vez sin cansarme. Los sitios que me dan tanta nostalgia y todas esas cosas que no he sido capaz aún de volver a hacer desde que te fuiste. No he vuelto a maquillarme ni a perfumarme. No he vuelto a ir al cine ni a jugar a los dardos. No me he vuelto a poner esa ropa y me tiemblan las manos cuando la encuentro en el armario y la sigo oliendo porque ni si quiera la he lavado desde que te la pusiste, desde que me la puse y me abrazaste por última vez. Mi camiseta llena de labios, ¿te acuerdas? Te encantaba. Siempre me decías que amabas que me la pusiera porque sentías que tenías que darme besos todo el rato. A mi también me encanta pero no he vuelto a ponérmela, no soy capaz de lavarla. Sé que es una estupidez, pero siento que es como ir borrando los rastros que me quedan de ti y no estoy preparada. No estoy preparada para despedirme para siempre de ti, no puedo. No puedo dejar de darte las buenas noches, de sentir que de alguna manera sigues aquí. Obviamente tampoco he vuelto a besar a nadie y siento que nunca seré capaz de volverlo a hacer. Que no me sabría a nada. Que difícil y extraño se ha vuelto todo en mi vida en tan poco tiempo, joder. Al menos he dejado de mirar el móvil por las mañanas esperando leer tus buenos días, pero es muy triste haber pasado en cuestión de horas de despertarme y pensar en ti y en que faltaba un día menos para vernos a abrir los ojos y que mi primer pensamiento todos los días sea que estás muerto. MUERTO. Que palabra más horrible. Pero es la verdad. A veces me repito en voz alta muchas veces que te has MUERTO para intentarlo asimilar, para admitirlo, para asumirlo. No hay manera. Mi cabeza lo sabe pero mi corazón se niega a aceptar la realidad. Es demasiado para él. Y lleva nueve meses sangrando esperando verte despertar, resucitar. Aun que en el fondo sabe que no lo harás y que algún día tendrá que cicatrizar, pero como en los últimos nueve meses, ese día no será hoy. No está preparado aún. Mañana de nuevo es 22 el noveno ya... es completamente increíble. Pero literalmente, porque sigo sin podérmelo creer. 
A veces tengo curiosidad por saber qué será de ti, pero supongo que el día que me muera lo averiguaré. Y como inevitablemente me voy a morir pues solo me queda esperar, y mientras siga aquí intentar disfrutar de lo que tú ya no. De lo que no habrá allí.
Una vez leí que la vida era un sueño y la muerte nos despertaría. ¿Te imaginas? Y yo para variar estoy teniendo una pesadilla. Y toda la semana con insomnio, otra vez pensando en tus ojos hasta que consigo dormir.
Que cuesta arriba se me está haciendo el verano sin ti, mi amor.
Un 15 de septiembre te dije que los números no significan nada hasta que llega alguien que les da todo el significado. Y ahora por tu culpa odio todos los 18 y 22 que veo en todas partes, como si ellos hubiesen hecho algo. Lo único que hacen es recordarme que te has marchado.
Te quiero extradimensionalmente. Con toda mi alma.
Azules noches mi niño bonito.

sábado, 16 de julio de 2016

Las odio

Odio las noches. Odio que me recuerden que no estás. Odio acostarme cada noche con la soledad, acurrucarme con la tristeza. Odio que tengan tantas horas para pensar. Odio que me repitan todas las veces que pude decirte 'te amo' pero no lo hice. Lo idiota que fui tantas veces. Lo afortunada que era sin ser capaz de verlo. Es verdad eso que dicen de que uno se da cuenta de lo que tiene cuando lo ha perdido, porque sabía que eras único pero jamás imaginé lo jodidamente afortunada que era cuando me querias con locura desde que el sol salía hasta que volvía a salir, mi vida. Todos los días intento esforzarme pensando en lo orgulloso que me gustaría que estuvieras de mi, y ojalá estés donde estés puedas estarlo. Ojalá sepas que te amo y que odio la vida desde que no estás, que odio los días, odio esta sensación de vacio que me has dejado. Odio mis ojos borrosos y mis mejillas mojadas. Odio no poder sentirme como antes, odio no poder sentir que vuelvo a ser yo. Odio seguir sin saber diferenciar la vida real de la ficción, el infierno del cielo, el amor del dolor. Odio recordarte con un agujero negro en el corazón. Odio este nudo en los pulmones que no me deja respirar, notar que dueles hasta en la campanilla de mi boca. Ahora mismo me duele. De verdad, es como si todo mi ser saltara al vacio desde mi boca y lo noto caer, y espero el gran hostión al chocar contra el fin pero no llega y simplemente el dolor se queda ahí, como en el aire de mi interior, y flota por todas partes y se transporta en mi sangre a todos los rincones de mi cuerpo malherido y me lleno de dolor. Me lleno de dolor y me pregunto qué coño había antes ahí porque ya no lo consigo recordar. Y me gustaría poder arrancarme la piel para poderme rascar, para arrancarme la mierda de mí que me intenta consumir. Pero no puedo. Y momentos como este pienso que jamás voy a superar esto, que necesitaré una eternidad solo para asumirlo, que no podré volver a ser feliz, que nunca más volveré a enamorarme. Y es por la puta soledad que me trago cada noche, que me llena la mente de recuerdos y me nubla los sentidos. Y aunque tiemble de frío buscando tu calor hasta que se haga de día sé que tarde o temprano saldrá el sol y volveré una vez más a sacar fuerzas de todo lo que tengo en la vida que me sigue importando por encima de todo el dolor que pueda existir en el mundo, me vestiré con la mejor sonrisa que encuentre en mi maleta y saldré a comerme todo lo que se me venga encima un nuevo día, agotando hasta la última rallita de mi energía para intentar dormir del tirón por la noche. Por mi, por ti, por todo lo que me sigue importanto por encima de todo el dolor que pueda existir en el mundo. Y con todo me refiero a personas, me refiero a vidas. Son mis personas, las que me dan la vida. Esas a las que necesito que cuides para que puedan cuidarme en tu ausencia.
Azules noches Lila
Te amo

viernes, 15 de julio de 2016

En ningún lugar y en todas partes al mismo tiempo

Algunas personas me han dicho que es muy bonito que posiblemente fuera tu último pensamiento antes de irte, que fuera la última persona a la que quisiste. Pero joder, ojalá me odiaras con todas tus fuerzas y siguieras vivo. Porque aunque me odiaras, aunque pasáramos años sin hablarnos, siempre tendría esa esperanza de que en algún momento, tarde o temprano, volveríamos a coincidir. Pero ya no tengo esa esperanza y de nada sirve ya que me quisieras tanto. ¿Dónde estás cuándo te necesito?, ¿cuándo necesito contarte cosas que a nadie más le contaría?, ¿cuándo necesito que me consueles, que me regañes, que me apoyes y me des fuerza, dónde estás?. ¿DÓNDE ESTÁS?. A veces tengo la certeza de que sigues aquí, de que nos cuidas, nos proteges. Ojalá sea verdad. Ahora mismo estoy mirando tu sonrisa perfecta en una de tus fotos, rebosabas tanta felicidad contagiosa... que no sabes cómo la echo de menos. Ha pasado tantísimo tiempo ya... que parece una locura que siga pareciendo una locura, ¿eh?.
Ayer fue el cumple del pequeño y gordo bollo de chocolate, y me encantaría poder enseñarte las fotos de lo grande y rubio que está. Me encantaría que hubieses podido escucharle la última vez que vino a mi casa y se quedó mirando el lienzo con la foto de los cinco y señalé tu cara y le dije: "¿sabes quién es este?" y le susurré tu nombre. Y él me miró muy serio y lo repitió lo más parecido que pudo, y casi se me parte el alma y me echo a llorar de lo fantástico y triste que era la situación al mismo tiempo. Pero da igual, porque nunca le escucharás decírtelo, nunca podrá llamarte.
He visto las fotos de tu madre de vacaciones, tendrías que ver lo guapa que está con su vestido de flores. Por fin tus padres se han quitado el negro. No tenía sentido porque no iba a hacer que volvieras.
A veces sigo soñando con tu cara, sueño con tu voz. Y es increíble. Otras noches sueño que no puedo acordarme de quién eras y esas son las peores al despertarme. Otras veces sueño que te vuelves a ir, o que ya te has ido y no paro de verlo en la tele y de oírlo en la radio. Pero esos sueños son mejores que aquellos en los que no soy capaz de reproducir tu cara, tus manos, tus ojos. En fin. Sólo espero que nunca llegue el día en el que de verdad se me olviden todas esas cosas, porque ese sí que será el día más triste del mundo.
Me pregunto muchas veces si de verdad te has apagado y ya está o si estás en otro lugar, porque seguro que si es así será setecientos millones de veces mejores que este. Que ya has visto como está el percal. Que malo es el mundo, coño. Y me he dado más cuenta desde que no estás. Tú lo hacías un poco menos cruel, un poco más justo.
Tengo tantas cosas que contarte, que compartir contigo... que ojalá una parte de ti siga viviendo conmigo para que puedas estar al día siempre de lo que me pasa, de cada pequeña cosa que sucede y que odio pensar que te estás perdiendo.
Te amo con toda la locura del mundo pequeño bichito azulado con alas.
Siempre.

martes, 5 de julio de 2016

Analizando días

Hola Vida, sé que hace mucho que no te escribo, pero también sé que no hace falta que lo haga para que sepas que me sigo mordiendo el labio cada vez que pienso en ti. Que me sigue pinchando el corazón cuando paso por algun sitio que me recuerda a ti. Que siento que me voy a ahogar en mi propio dolor cuando mi cerebro vuelve a analizar una por una cada secuencia de aquella horrible semana. Y no te puedes imaginar en todos estos meses cuantísimas veces la analiza, de principio a fin, tratando de asimilar. Nada más difícil que asimilar algo así, que intentar aceptarlo. Todo ha cambiado, para siempre. No sé quién soy, a veces siento que no encajo en ninguna parte, que no formo parte de un todo en la vida. Y eso hace que te eche de menos más que nunca, porque tu y yo juntos éramos como vacaciones todo el año. Como un domingo que no acababa. Y me daba igual si el resto de cosas no encajaban, si no fluían, porque tú me hacías fluír a mi completamente. Porque era yo misma, transparente como el agua, y a través de mi se veían mis sueños. Pero ahora me he vuelto opaca y el negro no es un buen color para vivir.
Y sé que llegará un día en el que deba dejarte ir, en el que tenga que aprender a fluir yo sola ante la vida. Ese día del que todo el mundo me habla. Dicen que ese día te recordaré sin llorar, con una sonrisa en la boca y te guardaré en mi corazón con todo el cariño con el que se pueden guardar las mejores cosas que le pasan a uno en la vida. Pero han pasado más de ocho meses y no hay rastro de ese día. La verdad, me da pánico que llegue. Me acojona pensar que dejaré de quererte. Me parece imposible. Supongo que aún no estoy preparada, no soy fuerte, Vida. Siempre me decías que lo era pero no es cierto. Tampoco soy valiente, y reconozco que, en parte, he dejado que esto me superase en muchos aspectos, que me siento derrotada por la vida. Pero no es fácil, ¿sabes? Y a veces intento hacerlo lo mejor que puedo. Pero joder, que sigo enamorada de ti y hace tanto tiempo que estás muerto. Que no te veo, que no saboreo tu piel. Y lo peor de todo es que tampoco volveré a hacerlo y uff... aun que siga viva eso mata el corazón de cualquiera, te lo aseguro.
Es frustrante que todos te den su opinión, digan que te comprenden, que te entienden, que empatizan con tu dolor. Pero que va. No lo hacen. No es culpa suya, no pueden hacerlo. Yo hace 9 meses también era completamente incapaz. Pero bueno, afortunados ellos. Ojalá nunca tengan que comprenderlo de verdad.
Tengo tanto que decirte que desgastaría las teclas si tuviera que escribirlo todo. Así que, y como no puedo hacer otra cosa, te diré una vez más que TE AMO, que te quiero como nunca he querido ni querré a nadie, que espero habérte hecho en vida tan jodidamente feliz como tu me hiciste, o al menos una cuarta parte. Que espero que nunca te cupiera ninguna duda de toda la locura con la que te amaba, con la que te amo y con la que te amaré, independientemente de que llegue el día del que todos hablan.
Que sigo soñando con el cartel azul luminoso que siempre veía cuándo el bus entraba en tu ciudad y me comían las mariposas.
Te azuleo pequeñajo. Desde el primer instante en el que te vi y para siempre.
Alioli Lila.

domingo, 26 de junio de 2016

Hojas azules

Anoche soñé que iba corriendo por un camino y todas, todas las hojas de los arbustos se habían vuelto azules y sabía que había sido cosa tuya y por eso intentaba cogerlas todas pero muchas se me rompían. Miraba hacia adelante y veía todo tan azul que era increíble, sabía que te encantaría correr conmigo por allí y entonces me puse a llorar, y creo que he estado toda la noche llorando en sueños. Pero de esos sollozos que te duele hasta la garganta y me he despertado joder, con una rabia. Tengo la necesidad, pero NECESIDAD de contarte tantas, tantas, tantas cosas, de contar contigo para tantas, tantas otras... necesito tus consejos, tus "no pasa nada, todo va a estar bien. Voy a estar contigo." Necesito llamarte llorando y que me digas muy loco que en seis horas estás en mi casa, que te da igual, que vienes a buscarme. Y prohibirte que lo hagas pero sonreír tranquila por saber que si te lo pidiera lo harías. Ojalá pudiera pedírtelo ahora. Una vez me prometiste que por mí serías capaz de hacer cualquier cosa. Cuándo llegué al hospital y entré a verte en la UCI te dije que lo único que te iba a pedir que hicieras por mí en toda mi vida era que te recuperases, que te despertases. Pero no lo hiciste. No lo hiciste mi vida, y ahora estás muerto. Y nadie excepto yo puede saber lo muchísimo que duele eso. Tú eras la persona con la que quería compartir todo, con la que lo compartía y por la que hubiese dado mi vida porque joder, cuánto te quería, mi amor, cuánto, cuánto, cuánto te sigo queriendo.
Que fuerte, tío. Que fuerte me parece que te hayas ido. Pero sobretodo que no vayas a volver. Que fuerte que no me vayas a ver graduándome, ni sacándome el carnet de conducir, no te voy a tocar el piano, ni te voy a abrazar. NUNCA más. Nunca.
Te echo de menos, muchísimo. Me preguntó si allí donde estés tu también me echarás a mí. Si me seguirás queriendo tan incondicionalmente como yo a ti.
Te amo Lila azulado.
Alioli amor

jueves, 23 de junio de 2016

Difícil importancia

No importa todo lo que pueda llegar a escribir aquí, siempre te querré mucho más. No importan las veces que mire al cielo preguntándome si me podrás oír, te seguiré hablando.
Ni si quiera importan las noches que pase sin dormir si de vez en cuando alguna que puedo sueño contigo. No importa, Vida, porque en realidad hay pocas cosas que importen ya. He perdido de golpe mucho más de lo que nadie se pueda imaginar, porque tú no eras una persona más. Tú eras lo más fuerte que tenía, lo más especial, eras la clave de mi vida, la pieza que había perdido, eras mi margen de error, mis ganas de luchar, mi motivación, eras mi apoyo en los momentos de bajón y mi euforia cuándo todo estaba bien. Pero ya no puedes ser mi apoyo y nada está bien. Es que tú no eras una persona más, eras LA persona. MI persona. Ni si quiera sé quién soy ahora yo. A veces me dicen que quizá te marchaste de este mundo tan pronto porque si te hubieras quedado te hubiesen pasado cosas horribles y a lo mejor hubieses sufrido mucho. Y entonces yo me pregunto... ¿qué es lo peor que te podría haber pasado? O sea, ¿que te has muerto para ahorrarte el sufrimiento que nos estás haciendo pasar?. Na, no lo creo. Y tampoco creo que algún día pueda encontrar la respuesta a todo esto porque no creo que lo que ha pasado sea algo justificable. Jamás. Que va. 
Es difícil llevar los días, ¿sabes? aunque vas aprendiendo, vas exprimiendo momentos que sabes que te puedes aferrar a ellos porque te hacen sentirte un poquito mejor. Vas comprendiendo cuándo, cómo y con quién controlar el dolor y eso intentas. Y te lo vas guardando para ti porque al final es algo tuyo y no siempre se puede compartir. Y a veces consigues hacerle pequeño y hasta te ríes y disfrutas de lo que estás haciendo. Pero hay veces en las que te gustaría salir corriendo. El otro día, por ejemplo, estaba en la cama intentando dormirme y no paraba de venirme a la cabeza la imagen de tu cara mientras ibas en la ambulancia de camino al hospital. Y es gracioso, porque yo no te vi la cara hasta que no estabas ya en la UCI después de la operación, pero podía verla con todo lujo de detalles, casi podía incluso olerte. Y abro los ojos y miro a mi alrededor, intento pensar en otra cosa y aunque lo consiga, el dolor me pincha el corazón y trago saliva recordando lo jodidamente horribles que fueron esos días, esos momentos. A veces me acuerdo de los tubos de tu boca como si les siguiera besando. Sólo espero que aquellos días pudieras oírnos. Que aguantaras para que pudiéramos despedirnos. Para que te fueras feliz, feliz de saber todo lo que aquí tenías y lo mucho que todo el mundo te quiso, te quiere. Lo especial que fuiste porque sé que nunca habrá en todo el mundo, en todos los siglos de historia, nadie que pueda si quiera parecerse a ti. Porque eras único. Menos mal que te encontré y nunca me cansé de buscarte.
Te amo bichito.
Azules noches