lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Y qué es la vida?

Un continuo e interminable cambio. Todo funciona a base de cambios, los cambios son la base de la vida. Nada es estático, todo se mueve, da la vuelta, se invierte. Constantemente. ¿Cómo ha podido cambiar todo tanto? le pregunté hace poco a una amiga. VOLVERÁ A CAMBIAR. Me respondió. Y es verdad. Esta situación no durará eternamente, porque nada es eterno salvo los cambios. Salvo el hecho de cambiar, mejor dicho.
Y es que la vida es, literalmente, increíble. Nunca tendrás la que imaginaste, nunca saldrá todo como lo planeaste. E, inevitablemente, vuelves a imaginarte una nueva que jamás llegará. Hay cosas que nunca pensaste que te pasarían, pero te pasaron. Otras que esperaste con fuerza pero nunca llegaron. Hay personas que fueron imprescindibles en ella durante mucho tiempo y, aunque pensaste que lo serían siempre, ahora a penas las reconoces. Otras aparecieron como por arte de magia y de momento se han quedado. 
Han pasado 11 meses, 11 largos meses de cambios, de incontables cambios pero, hay otras cosas que todavía no cambian. Sentimientos, echar en falta, la pena, la nostalgia. No cambian las ganas de verte, aunque cambien de domicilio. 
11 meses en los que mi vida ha pegado el cambio más grande al que se ha enfrentado, al que probablemente se enfrente. Y no ha parado de cambiar, de girar a velocidad de vértigo. Y aun así sigo teniendo la sensación de que necesito un cambio. Otro más. Más grande. Pero no sé a dónde, no sé de qué. Algunos cambios los elegimos nosotros, pero la mayoría nos vienen impuestos por alguna extraña ley de la física cuántica que no podemos conocer, que no sabemos descifrar. Y supongo que eso es lo bonito y lo aterrador de la vida, que nunca sabes dónde te encontrarás el próximo cambio, que no sabes nunca si será a mejor. Por eso creo que en la vida lo importante es no acomodarse, no acostumbrarse a nada. Excepto a seguir cambiando. De ropa, de vida, de planeta. 
Pensé que siempre estarías para defenderme, y el error fue confiar en que la vida no te arrancaría de mi lado, en que compartíamos los mismos cambios, que daríamos todas las vueltas juntos. Y con esto al final he tenido que aprender que los cambios los hacemos solos, porque cada uno tenemos los nuestros propios y son personales e intransferibles. 
La vida es increíble, hay que aprender a ajustarse a ella, estar dispuestos a ser unos aventureros que, sin equipaje podamos enfrentarnos a lo que se nos venga encima. Yo personalmente no tengo ni puta idea de como se hace, y la situación casi siempre me supera. Pero he aprendido que puedes llorar y gritar todo lo que quieras, porque no te mueres, es imposible morirse de pena, de miedo o de rabia. Así que no quedan más cojones que esperar temblando que vuelva a cambiar la vida, con miedo, sí, pero sobretodo con intriga.
Ojalá me hubieses enseñado a ser tan valiente como tú lo eras, mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario