viernes, 26 de mayo de 2017

25 años no se cumplen todos los días

No, definitivamente no ha sido el mejor cumpleaños de la historia. Y es que sigue siendo tan extraño estar aquí sin ti... y echarte tanto de menos.
Quería decirte que lo siento. Lo siento por no haber estado muchas veces a tu altura, por haber sido una cabrona a veces y no lo que te merecías siempre. Por no haberte hecho tan feliz como tú me hiciste, como me hubieses seguido haciendo.
Hoy hubiésemos celebrado tus 25 a lo grande, no se. Quizá te hubiese ido a buscar al trabajo para darte una sorpresa, con una tarta de bechamel y dos cervezas. Hubieses podido soplar las velas y pedir un deseo. Ojalá pudiera decirte que lo que más desearía yo sería que pudieras seguir cumpliendo años a mi lado. Al de todos los que te queremos y te extrañamos tanto. Ojalá no sepas la falta que nos haces, que a ti todo esto no te esté doliendo tanto. Pero ojalá nos mandes fuerzas, fuerzas para superar esto, para superar lo que venga. Te quiero tanto, joder. Te sigo queriendo tanto... sigo buscando los trocitos de mi alma que se han perdido contigo. Que están ahí enterrados, con ese saco de huesos que ya de ti queda. Y sé que es inútil, que nunca leerás estas palabras ni escucharas todas las que te diga, pero no me caben ya dentro. Tengo que sacarlas. Felicidades mi amor, hoy hace 25 años que nació la mejor persona que ha existido y existirá en todos los planetas. La persona más especial y maravillosa que podía haberme echado a la cara, a la vida. Gracias por haberme dado tanto, por haberme querido tanto y por haberme enseñado lo que es el amor, la felicidad y la buena locura. Te amo cumpleañero, estés donde estés espero que hayas podido pedir tu deseo, soplar tus velas y sonreír de esa manera en la que lo hacías, siempre mordiéndote la lengua. Te azuleo Lila. De aquí a la última luna de Neptuno, ida y vuelta quince millones de veces.
Alioli bichito volador.

sábado, 20 de mayo de 2017

A veces no hacen falta las palabras

Cómo echo de menos que me mires. Que me mires de esa forma tan especial en que lo hacías, mientras yo dormía, mientras hablaba durante horas y horas contando historias estúpidas, o mientras te cantaba canciones que no me sabía. Que me mires mientras cocinaba o mientras me goteaba la cerveza. Que me mires en silencio, mientras tus ojos hablaban. Ha pasado mucho, mucho, mucho tiempo desde la última vez que me miraste. Ha pasado tanto tiempo pero me sigue pareciendo mentira. Como si algún día fuese a encontrar la manera de volver a aquel momento y conseguir arreglar todo este desastre en el que se ha convertido mi vida. Poder salvarte la tuya, salvarnos a todos. Si no supiera que ya la he perdido me pasaría el día temiendo perder la cabeza, volverme loca, vivir desquiciada toda la vida. Con este insomnio que cada mes vuelve para recordarme que las noches ya no son lo que eran. Que los sueños ya no se volverán reales. Y una vez más vuelven los recuerdos, de lo que fuimos, de lo que fuiste, de lo que hubiésemos sido. El primer beso que nos dimos, la primera vez que escuchamos aquella canción juntos, la primera vez que lo hicimos. La primera vez que nos despertamos juntos, a las putas 5:37 de la mañana de aquel 31 de enero porque se te había olvidado apagar la alarma del móvil. Ni si quiera sabía como reaccionar aquella noche,como comportarme esa mañana. No sabía lo que tú pensabas, lo que tú sentías. Pero no hizo falta que me lo dijeras. Sólo hiciste que fuera la primera de muchas. Y, ¿sabes? en realidad y, por desgracia, ni si quiera fueron tantas. Pero las siento como si hubiesen sido prácticamente las únicas de mi vida. No puedo compararlas con nada. Esa sensación que me transmitías... ¿felicidad lo llamabas? No sé, hace tanto que no lo siento... no sé si seré capaz de asumir que no volveré a sentirlo. No de la forma en la que tu hacías que lo viviera, que me envolviera, que me atrapara. Te echo de menos. Otra estúpida noche que te echo de menos y que ni si quiera puedo decírtelo. Que ni si quiera sé si tú sentirás lo mismo, pero si sé que no vas a decírmelo y que esta vez tampoco me harás sentirlo.
Azules noches mi vida. Te amo, perdóname por no habértelo dicho más veces, por ni si quiera habértelo demostrado las suficientes.
Alioli bichito volador.

lunes, 8 de mayo de 2017

La puntería del ruido

Al principio me obligaba todas las noches a cerrar los ojos fuerte y recordar exactamente lo que sentía cuando me abrazabas, me obligaba a sentir tus brazos, tu respiración y el calor que desprendías. Y cuando conseguía recrear ese momento en mi mente, tan real que parecía que lo estaba viviendo, me dolía tanto que era insoportable. Pero era la única manera que tenía de no olvidarte, de no perder eso que me hacías sentir. Era mortal, era tan triste y tan duro que tuve que obligarme a dejar de hacerlo. Y ahora me cuesta un mundo cada vez que intento sentirte.
Odio el mes de mayo. El agobio de los exámenes y la cuenta atrás de otro cumpleaños que tampoco podrás celebrar, que ni si quiera vas a cumplir. Y después de tanto tiempo me sigo enfadando contigo por haberme dejado sola, por no estar conmigo en mis días malos, en mis días en general. Por todo lo que no hemos hecho y lo que nunca haremos. Por lo que nunca harás. Por lo que hicimos. Y es que se me sigue volcando el corazón cada vez que algo hace que te recuerde fuerte, y es que nunca te olvido. Aunque intente distraerme, aunque siga con mi vida. El dolor que me has dejado es como un ruido que me machaca los oídos y que siempre está retumbando en mi cerebro. Un ruido que no puedo callar. Que supongo que tampoco quiero. Que después de tanto tiempo te sigo queriendo y joder, como duele quererte tanto.
Ayer volví a jugar a los dardos. No había sido capaz desde ese verano, desde esas partidas. Y tenía unas inmensas ganas de llorar pero, como casi siempre, tragué saliva, bebí cerveza y apunté con el dardo al centro de la diana recordando cada vez que intentaste enseñarme a jugar. Y, ¿sabes qué? Ganamos la partida.