sábado, 20 de mayo de 2017

A veces no hacen falta las palabras

Cómo echo de menos que me mires. Que me mires de esa forma tan especial en que lo hacías, mientras yo dormía, mientras hablaba durante horas y horas contando historias estúpidas, o mientras te cantaba canciones que no me sabía. Que me mires mientras cocinaba o mientras me goteaba la cerveza. Que me mires en silencio, mientras tus ojos hablaban. Ha pasado mucho, mucho, mucho tiempo desde la última vez que me miraste. Ha pasado tanto tiempo pero me sigue pareciendo mentira. Como si algún día fuese a encontrar la manera de volver a aquel momento y conseguir arreglar todo este desastre en el que se ha convertido mi vida. Poder salvarte la tuya, salvarnos a todos. Si no supiera que ya la he perdido me pasaría el día temiendo perder la cabeza, volverme loca, vivir desquiciada toda la vida. Con este insomnio que cada mes vuelve para recordarme que las noches ya no son lo que eran. Que los sueños ya no se volverán reales. Y una vez más vuelven los recuerdos, de lo que fuimos, de lo que fuiste, de lo que hubiésemos sido. El primer beso que nos dimos, la primera vez que escuchamos aquella canción juntos, la primera vez que lo hicimos. La primera vez que nos despertamos juntos, a las putas 5:37 de la mañana de aquel 31 de enero porque se te había olvidado apagar la alarma del móvil. Ni si quiera sabía como reaccionar aquella noche,como comportarme esa mañana. No sabía lo que tú pensabas, lo que tú sentías. Pero no hizo falta que me lo dijeras. Sólo hiciste que fuera la primera de muchas. Y, ¿sabes? en realidad y, por desgracia, ni si quiera fueron tantas. Pero las siento como si hubiesen sido prácticamente las únicas de mi vida. No puedo compararlas con nada. Esa sensación que me transmitías... ¿felicidad lo llamabas? No sé, hace tanto que no lo siento... no sé si seré capaz de asumir que no volveré a sentirlo. No de la forma en la que tu hacías que lo viviera, que me envolviera, que me atrapara. Te echo de menos. Otra estúpida noche que te echo de menos y que ni si quiera puedo decírtelo. Que ni si quiera sé si tú sentirás lo mismo, pero si sé que no vas a decírmelo y que esta vez tampoco me harás sentirlo.
Azules noches mi vida. Te amo, perdóname por no habértelo dicho más veces, por ni si quiera habértelo demostrado las suficientes.
Alioli bichito volador.

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