martes, 21 de febrero de 2017

Genialidades

Una vez te dije que mi destino estaba dónde tú me esperes. Me dijiste que entonces me esperarías siempre. Y miro a mi al rededor y pienso realmente que tú eres mi destino. Que trajiste el destino a mí. Mírame. Dónde estoy, con quién, cómo y cuándo. Todo tiene que ver contigo. Tienes que ver con todo lo que estoy viviendo, absolutamente con todo. Y es raro, sobretodo no poder compartir este destino que me has traído contigo. Pero aun así, quería darte una vez más las gracias por todo lo que me has seguido regalando, aún sin ni siquiera saberlo, aun sin ni siquiera estar aquí.
Sobretodo gracias por las personas a las que, de alguna manera, me has acabado uniendo. Porque, de verdad, son personas maravillosas. Supongo que, como no podía ser de otro modo, las personas geniales estáis interconectadas de alguna manera. Y me siento feliz de formar parte de esa conexión.
Te fuiste hace ya casi 16 meses pero me dejaste muchísimas cosas aquí. De las más importantes han sido precisamente las personas. Personas que se han preocupado mucho por mí, que me cuidan, me hacen sentir bien. Personas con las que sé que puedo llorar, tomarme un café o emborracharme en un bar. Personas con las que me puedo pasar horas hablando sin que se acabe el tema de conversación. Esas que se recorren un montón de kilómetros para verme y que parece que se para el tiempo unos segundos cuando me abrazan. Que se nota que quieren verme feliz, y que no es por obligación. Personas que te dejan una carta debajo de la almohada para que la leas cuando se han ido. Que te dan sorpresas más grandes que las que tú has ido a darles. Personas con las que no hace falta hablar todos los días, ni si quiera verlas una vez a la semana para saber que están ahí. Para sentirlas y acordarte de ellas. Hay un pedacito de mi destino en cada una de ellas. Y son geniales. Pero más genial es que sea todo tan recíproco. Y te repito, que no sabes cómo me alegro de que todas esas personas sean las que te rodeasen mientras vivías, porque no te merecías menos y porque ellos se merecen tenerte. 
Y hoy quiero hacerte una pequeña mención especial de una de esas personas, por todo y por tanto, por este fin de semana que ha sido obviamente genial, y sobretodo, por todos los que sé que nos quedan. Porque ella también forma parte ya de mi destino. De un destino que gracias a ti y aunque no estés, siempre tendrá un tono azul. Y tengo que confesarte que ahora entiendo cuando me hablabas de lo especial que era, y cuando me decías que había que saber quererla, porque no te imaginas cuánto la quiero.
Sé que una parte inmensa de ti está con nosotras cuando nos vemos, y aunque es complicado eso me hace sonreír por dentro. Porque estoy segura de que estés donde estés, tú también estarás sonriendo.
Gracias una vez más y pase lo que pase, nunca olvides que te quiero. Que te quiero con toda la locura del destino. Del nuestro.
Alioli amor.



jueves, 16 de febrero de 2017

Estúpidamente, te quiero.

Algo tan estúpido como plantarme delante de tu tumba y ponerme a decir gilipolleces. Gilipolleces en sentido estricto porque a veces me pongo tan nerviosa cuando estoy allí delante que no me salen las palabras, aunque me haya pasado todos los meses sin ir pensando en todo lo que quería decirte. Que tontería, cómo si por hablarle a tus huesos pudieras escucharme mejor que cuando le hablo al cielo esperando que alguna estúpida estrella me conteste. Pero no lo puedo evitar, una parte de mí se siente mejor al querer pensar que de alguna manera, se siente más cerca de ti. De lo que eras. De tus restos. Y no porque lo haga literalmente. Los restos que hay ahí metidos nunca serán nada, nunca serán suficientes en comparación con los restos que has dejado en cada uno de los corazones de todos los que te quisimos, de los que te conocimos. Para que te hagas una idea, el mío ya es sólo restos.
Hay tantas cosas que quisiera contarte, tantas por las que me gustaría que discutiéramos, tantas que ya te he contado y que volvería a contarte cientos de miles de veces. A veces sigo sin poderme creer lo que ha pasado y me estalla el cerebro, y siento cómo lo hace, como cada una de mis neuronas enloquece, pierde el control y se da golpes contra las paredes de mi puta red nerviosa intentando descubrir qué cojones pasó aquel día. Cómo es posible que esa fuera la última conversación que tuvimos. Que todos nuestros planes se muriesen. Que tú te hayas muerto y la maldita certeza de saber que pase lo que pase NUNCA volveré a verte. "Nunca digas nunca" siempre usábamos esa frase. Era nuestra frase. Y ahora, ¿qué? Ahora se ha convertido en una certeza, se han roto todos mis esquemas y cada día que pasa siento que estoy más boca abajo que nunca. Que voy al revés que el resto del mundo, me siento tan perdida y mareada... será porque sigo intentando encontrarte aunque en el fondo sepa que es inútil seguir buscándote. Pero, ¿y yo? ni si quiera he encontrado la parte de mí que no se fue contigo. No se ni dónde estoy, ni a donde voy. Sólo siento que no formo parte de ningún sitio. Que no quiero formar parte de un mundo en el que tú no existes.
Pero así es la vida. Así de puta es la vida. Así de mierda. Así que, aquí estoy, un jueves más, un jueves cualquiera escribiéndote estas estúpidas palabras que nunca podrás leer. Pero, necesito escribirlas. Soy así de estúpida. Creo que siempre he sido una estúpida y supongo que siempre lo seré.Y tú te enamoraste de mi estupidez y supongo que eso también te convierte en un estúpido, pero sé que éramos los dos estúpidos más felices del puto planeta.
Te quiero, mi amor. Eras lo más grande que he conocido, que sé que conoceré. Eras la persona más mágica que existió en el mundo, en el universo entero. No sabes lo afortunada que sé que soy por haberte conocido, por haberme podido dormir entre tus brazos y por haber compartido contigo el estúpido sueño de comernos a Neptuno, aunque fuera a besos.
Azules noches bichito.
Siempre conmigo, prométemelo.

domingo, 5 de febrero de 2017

En la palma de mi mano

Voy vagando por las calles de la vida, buscándote en cada esquina. En cada rincón del mundo. En cada callejón sin salida. Voy buscando de nuevo tus huellas en la arena de la playa para poder seguirte, para evitar perderte. Pero la marea debió borrarlas. Me concentro entonces en la frecuencia de tu tono de voz, en esa precisa afinación que tenía tu risa. Y me miro las manos frías intentado comprender en que parte de la línea de mi destino te quedaste. Y lo feliz que era cuando entrelazábamos nuestros dedos uniendo nuestras dos vidas. Aprieto fuerte los ojos para intentar sentir de nuevo la respiración de tu pecho, para volver a oír tu corazón latiendo, los besos de buenos días y los polvos por el suelo. Y sigue pasando el tiempo, y lo único que queda de ti y de mí son los recuerdos. Los recuerdos que yo tengo, porque tú ya no tienes ni eso. Y no puedo perderlos, no puedo olvidarlos porque si lo hago entonces no quedará nada. Entonces sí que sí te habrás muerto. 
Te quiero.