jueves, 2 de noviembre de 2017

Pompas de jabón

Mira todos los meses y meses que han pasado y sigo acordándome inevitablemente de ti cada vez que me subo a un autobús. Da igual a dónde vaya, sigo esperando siempre encontrarte en el destino. Me acuerdo de la sensación de mis nervios devorándome cada vez que llegaba a esa estación en la que estabas tú esperándome desde hacía horas, las mariposas aleteaban tan fuerte que se me salían por la boca y me temblaban hasta las manos. Y entonces me bajaba y se me atragantaban las palabras hasta que me abrazabas y ya nada importaba, todos los problemas del universo se desvanecían en milésimas de segundo. Y es que así eras tú, con esa capacidad mágica de crearme amnesia fuera de todo lo que no eramos tú y yo y toda la vida que teníamos delante. Para comérnosla, para bebernos hasta la última gota del miedo. Y lo transformabas todo en felicidad sumergiéndome al instante en esa burbuja en la que creía poder flotar. Esa burbuja que creía irrompible. Hasta que se rompió. Y que puta mierda es vivir fuera de ella y sin ti. Sin esa maldita y maravillosa sensación.
Joder, cómo te echo de menos...