Pues bien. A partir de ese día todos los fines de semana cuando te colgaba el teléfono por las noches, después de horas y horas hablando, me ponía en los cascos canciones que siempre me hablaban de ti y me pasaba otras tantas horas pintándotela. Después de comer, antes de que hicíeramos skype, en un descanso de estudiar... me pasé un mes dedicándole horas. Este fue el resultado:
Menuda cara pusiste cuando te la di. Aunque no me pude aguantar y de vez en cuando te enseñaba algún trocito por skype. Te encantó. No sé cuántas veces me dijiste que lo habías leído, no sé cuántas noches, no se cuántos días. Me contaste que una vez bajaste corriendo las escaleras de tu casa para enseñárselo a tu madre, loco de contento.
Puse todo mi amor en cada una de sus colores, le dediqué todo el tiempo que pude, todo el amor que tenía. Y jamás pude imaginar que ocho meses después volvería a tenerlo encima de mi estantería y mucho menos que tú jamás volverías a leerlo.
Ahora lo miro y me acuerdo de como te brillaban los ojos, de lo rojo que te ponías. Creo que es uno de los regalos más simples y bonitos que he hecho a alguien en toda mi vida. Como me alegro de que ese alguien fueses tú. Y de todos los besos que me diste a cambio.
Pero ahora seré yo la que no se canse nunca de leerla, porque en esa estúpida funda de almohada hay más recuerdos, momentos y sentimientos grabados de los que nadie pueda si quiera soñar.
Azules noches, bichito Lila.
Te quiero -
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