sábado, 1 de octubre de 2016

Septiembre

Y parece mentira cómo el verano ha pasado. Cómo otro mes más que se acaba. Y el peor que empieza ahora... Y parece mentira que ya haya sido mi cumpleaños, que no hayas estado para felicitarme, para celebrarlo conmigo. Hubiese dado todo porque hubieses aparecido aquí el jueves y me hubieses secuestrado. Eres la persona con la que más me apetecía pasar el día y con la última con la que podía hacerlo. Pero bueno, ya ha pasado. 23 castañas, Vida. Las mismas que tenías tú cuando te fuiste, en las que te has quedado. Si llego a los 24 seré más mayor que tú y bueno, es algo con lo que jamás hubiese contado.
Me encantaría poder enseñarte el regalo que me han hecho mis padres porque hubieses flipado.
Y te hubieses meado de la risa si vieras lo que me han regalado estos, en serio. Y la verdad que aquí me cuidan bien, que estoy rodeada siempre de gente que me quiere un montón pero, jo Lila, no me termino de sentir bien. Esto no es lo que yo me imaginaba cuando soñaba en venirme a vivir aquí. No eran así como quería que fueran las cosas. Pero lo son. Y aunque a veces me sigo sintiendo muy, muy, muy solita no quedan más huevos que acostumbrarse. Porque no hay otra cosa.
Septiembre.
Hace un año me hubiese pasado todo el mes discutiendo contigo para que no fueras a vendimiar. Y tú me dirías que no era por el dinero, que ibas porque te encantaba vendimiar. (No creo que jamás en la vida vuelva a conocer a alguien tan raro al que le guste hacer eso) pero así eras. Especial.
Hace un año nos hubiésemos pegado un fin de semana increíble en tu ciudad, haciendo un nuevo cumpleaños el mejor de mi vida, a base de rebujitos. Que fuerte, mi amor, que fuerte que haya pasado un año ya.
Así que este año no he querido celebrarlo. Les prohibí a todos que me felicitasen y me regalasen cosas (aunque ya ves, se lo han pasado literalmente por el forro). Fue un día bastante extraño, bastante triste.
¿Te acuerdas cuando tú cumpliste los 23? Te pregunté si habías pedido un deseo al soplar las velas y me dijiste que no. Así que te compré un par y cuando nos vimos en verano te las clavé en una galleta de dinosaurio y te canté el cumpleaños feliz por el pasillo de tu casa con la galleta en la mano. Te morías de la risa, te brillaron los ojos, los apretaste fuerte y las apagaste. Nunca sabré que pediste porque ya sabes que los deseos si se dicen no se cumplen, pero espero que en los dos meses restantes de tu vida me dio tiempo a cumplirlo.
El jueves por la noche cogí esas mismas velas, me fui a la playa, me senté en las piedras, las clavé en un osito Lulu y también las soplé pidiendo un deseo. Estúpidamente, porque si algo me ha enseñado la vida es que por mucho que desees algo... no siempre se cumple.
Mis niños me preguntaron una vez que porqué no había ido a buscar a un mago o a un hada que hiciesen magia para que te salvaran la vida cuando estabas en el hospital. Y me acordé del día que fuimos como subnormales a un convento de monjas de clausura a rezar a una supuesta monja muerta que hacía milagros para que te ayudara a ponerte bien. Y les dije a mis niños que sí, que claro que buscamos magos, brujos, hadas y duendes que hicieran magia. Pero es que ni la magia pudo salvarte.
Será que es verdad que no existe.
Dentro de nada ya van a pasar 12 meses desde la última vez que vi tu cara, que toqué tus manos, que besé tus labios. Un puto año entero sin verte, sin saber nada de ti. Y cada día con la certeza más grande de que no estás aquí, de que nunca lo has estado. De que te apagaste y desapareciste del puñetero universo. Y es triste, y me da tanta, tanta, tanta pena, que ya no puedo ni llorar.
Miro a mi lado buscándote, queriendo verte, pero no te veo.
Intento oírte, pero no te oigo.
Intento sentirte, pero sólo dueles.
Y así, todos los días durante 12 meses, deseando que me mandes una señal que nunca me mandas. Deseando soñar contigo aunque casi nunca sueñe.

Aquí te dejo una canción que te he cantado varias veces, una canción que hace casi 12 meses que no escucho, como la mayoría de las canciones. Porque siguen sonando a recuerdos, a recuerdos que duelen.
Espero que hayas tenido un septiembre muy azul, bichito.
Te quiero, te amo y te azuleo hasta Neptuno.
Alioli.

Lagarto Amarillo - Septiembre


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