domingo, 28 de agosto de 2016

El eterno viajero

Hola Lila,
no te puedes imaginar el colapso mental que tengo en este momento. Intento estar distraída y haciendo cosas todo el día (y ahora con los exámenes, ni te cuento) porque a veces, cuando me paro, me doy cuenta de lo muchísimo que ha cambiado mi vida en estos diez meses y te lo juro, me da tanto, tanto, tanto miedo... pienso en cómo será a partir de ahora y la verdad, no sé ni que contestarme. Me encantaría poder contar con tu apoyo cuando la situación me supera, cuando me invade la pena y los recuerdos me taladran el cerebro y parte del corazón. Intento respirar hondo y contener las lágrimas pero a veces es inevitable llorar. Volver a llorar. Seguir llorando.
Y es que a veces me vuelve la sensación que tenía cuando me despertaba a tu lado tumbada en tu cama, cuando íbamos paseando de la mano, cuando me subía la adrenalina si me llegaba un mensaje tuyo. A veces aún recuerdo tu voz resonando en los cascos de mi móvil, tu risa acorralándome. Y parece mentira que ya casi haya pasado un año, un puto año desde la última vez que te pude abrazar. Un año y el dolor sigue surgiendo. A veces se duerme, pero no deja de estar ahí. Un año no es suficiente para dejarlo ir, para dejarte ir. No puedo evitar que una parte de mí siga enamorada de la idea de pasar el resto de mi vida contigo, aunque sepa que no puedo. Que ya no puedo. 
Es verdad que ya no estoy tan mal como al principio, que me río más y hago más esfuerzos por pasármelo bien, por intentar disfrutar de la vida y, sobretodo, de todos los que siguen aquí. Tarde o temprano tendré que aceptar que la vida es así. Que un día estás hablando con alguien, abrazando a alguien, y cinco minutos después se puede morir. Que cualquiera puede ser la última conversación, el último beso, la última despedida.
Me has enseñado tanto... más de lo que aprenderé en toda mi vida.
Una amiga tuya me dijo una vez que está segura de que estás en alguna parte, y que a ella le gusta decirte que eres el eterno viajero. Que eres como un amigo que se va de viaje y no le puedes ver porque se está recorriendo el mundo. Y a veces pienso en qué país estarás ahora, suertudo. Con las ganas que tenías siempre de ver cosas nuevas y conocer gente. Y pienso lo mucho que me encantaría irme contigo, recorrer cada rincón.
Una vez me dijiste que teníamos que ir a no se dónde a ver una aurora boreal, que habías visto una foto y te habías enamorado de lo precioso que era. Seguro que cada mañana amaneces en una distinta, eh. Ojalá algún día me las puedas enseñar a mi también.
Le quiero coger el gusto a eso de viajar, ¿sabes?, voy a hacerme mochilera. Que hay que ver mundo por lo que pueda pasar. Pero no me voy a llevar muchas cosas, por si te quieres venir conmigo que no me pese de más.
¿Has visto quién ha estado esta semana aquí? Joder Vida, es una persona tan genial... cómo me alegro de haberla conocido. De que tú la conocieras. Hemos ido a un concierto de Estopa juntas, y pensar que antes siempre me chinchabas con eso... mataría por ver tu cara si podías vernos.
Este verano está siendo bastante difícil sin ti. Me decías que íbamos a viajar tanto... y al final estás viajando sin mi.
No puedo evitar seguir mirando al cielo todos los días, pensando si estarás en alguna de esas estrellas, pensando si, como dice tu prima, el cielo se acabará poniendo verde de todas las lechugas que estarás plantando.
Dentro de poco es mi cumpleaños, Vida... y después de lo jodidamente increíble que lo pasamos el año pasado, este me niego a celebrarlo. No quiero saber nada de nadie. Me vas a faltar demasiado, inevitablemente. Voy a tener la misma edad que tú cuando te fuiste, la misma edad que tú tendrás para siempre.
Te echo de menos. Muchísimo. Todos los días me sigues faltando.
Te quiero, te amo, te amo, te amo y te amo. Con toda la locura del mundo. De aquí a Neptuno quince mil millones de veces, ida y vuelta, ida y vuelta hasta que sólo fuese ida. Y no volvernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario