martes, 16 de agosto de 2016

QUINCES

Hola vida, ya sé que ayer fue el temido 15 de agosto. Y ya sé que no te escribí. Por suerte o por desgracia todavía me daba vueltas la cabeza después de todos estos días tan intensos. Te alegrará como un loco saber que me lo he pasado genial, que he conocido un montón de gente increíble y que me muero de la pena de no poder contártelo porque me encantaría poder compartir contigo todas esas experiencias. Que te pasaras horas mirándome mientras te hablo, gesticulando cada historia y que te brillasen los ojos. He tenido algún momentillo de bajón pero lo he sabido gestionar bastante mejor de lo que pensaba, ¿sabes?, cuándo estaba rodeada de miles y miles de personas y la música me hacía vibrar cada milímetro del cuerpo, miraba hacia el cielo con las manos estiradas, fijándome en la punta de mis dedos y pensaba que estoy viva, y que no sé cuando dejaré de estarlo, cuando dejaré de sentir la piel de gallina, la música retumbando en el pecho, el calor de toda la gente. Y veía los fuegos artificiales, los confetis, las luces de colores y se me ponían los pelos de punta y me entraba la risa y me ponía a saltar y a chillar como una loca. Hasta quedarme sin voz, hasta quedarme sin pies. Cómo si hubiese alguien más dentro de mí que multiplicaba mi energía por dos. Como si tú también estuvieras allí, en mí.
Es jodido saber que hace exactamente un año estábamos bailando con todos tus amigos en aquel pueblo, bebiendo y cantando como locos y durmiendo abrazos. Es jodido pensar que hace un año, un día como hoy veníamos de camino aquí, que tus padres me hicieron un bocadillo de jamón que me obligaste a comer, que volvimos a parar en tu casa de la ciudad para querernos un poco más antes de venir y volver a estar en esa casa siete años después era bua... la sensación más cojonuda que he sentido jamás.
Luego te pegué la chapa todo el camino contándote cosas de mi vida, la lección que me estaba estudiando para septiembre. Y cuando llegamos fuimos a la playa y nos comimos un helado de yogur de esos que puedes echarle lo que te de la gana. Y el tuyo estaba asqueroso, ¿te acuerdas?. Estuvimos andando por el paseo hasta que nos cansamos y nos fuimos a jugar a las palas, improvisando pelotas hasta que llegó ella con su novio y fuimos a tomar café bombón batido aunque no te gustase nada el café. Y jugamos al futbolín y perdimos, porque eras más malo que nada. Pero cuánto nos reímos. Después vinimos a su casa, me acuerdo de lo nervioso que estabas y de las ganas que tenías de conocerle. Cenamos pizza y empezó a llegar un montón de gente borracha. Nos quisimos un poco y después de fuiste, al día siguiente trabajabas. Hace un año un día como hoy prometimos que dentro de siete años volveríamos a vernos en la misma casa, en la misma terraza, bajo las mismas estrellas, pasara lo que pasara. Ayer ya sólo faltarían 6 años pero aunque yo vaya tú ya no podrás estar. No lo podrás cumplir, y duele, duele mucho.
¿Sabes?. creo que no lo estoy haciendo tan mal, porque empiezo a asimilar lo que ha pasado y que te has muerto pero cada vez me cuesta más asimilar que alguna vez estuviste vivo. Y también me he dado cuenta que, por mucho que digan, no por aceptar que no vas a volver me duele menos. Porque todos los días me haces falta. Porque todos los días me levanto y pienso que he sido tan afortunada de tenerte y tan desafortunada por haberte perdido... y que nunca voy a encontrar a nadie que me haga tan feliz como tú. Porque eres lo mejor que
me ha pasado en la vida.
Quiero que sepas que me encanta seguir soñando contigo al menos una vez al mes, porque es la única manera que tengo de que no se me olvide tu cara, tu voz y tus labios. Y que no me importa lo que haya después. Sé que somos dos en uno y uno en dos. Y que tu alma va conmigo, a donde vaya yo.
Que te quiero, mi vida. Que te quiero igual que hace un año, exactamente igual o incluso más.
Que nunca podré agradecerte todo lo que me has hecho sentir, aprender, pensar y luchar.
Que si soy fuerte es gracias a ti. A la fuerza que me has dejado. A la que me transmitiste desde la primera vez que te vi.
Que echo de menos la sonrisa que me enamoró de ti. Tu voz acelerada, tu acento. Tu pelo corto pero suave, tus orejas puntiagudas y cada uno de tus lunares.
Y que no te olvido, no te olvido porque vives a fuego en mi corazón y porque te quiero con todo mi alma, con la tuya.
Espero que estés teniendo un agosto muy azul y que no dejes de estar orgulloso de mi nunca. Que estos han sido los 10 meses más difíciles de mi vida pero aquí sigo, con dos cojones, y seguiré.
Que te amo, mi súper héroe. Te amo martillo enorme.
Siempre en mí, conmigo.
Alioli vida. Feliz 15.



No hay comentarios:

Publicar un comentario