jueves, 23 de junio de 2016

Difícil importancia

No importa todo lo que pueda llegar a escribir aquí, siempre te querré mucho más. No importan las veces que mire al cielo preguntándome si me podrás oír, te seguiré hablando.
Ni si quiera importan las noches que pase sin dormir si de vez en cuando alguna que puedo sueño contigo. No importa, Vida, porque en realidad hay pocas cosas que importen ya. He perdido de golpe mucho más de lo que nadie se pueda imaginar, porque tú no eras una persona más. Tú eras lo más fuerte que tenía, lo más especial, eras la clave de mi vida, la pieza que había perdido, eras mi margen de error, mis ganas de luchar, mi motivación, eras mi apoyo en los momentos de bajón y mi euforia cuándo todo estaba bien. Pero ya no puedes ser mi apoyo y nada está bien. Es que tú no eras una persona más, eras LA persona. MI persona. Ni si quiera sé quién soy ahora yo. A veces me dicen que quizá te marchaste de este mundo tan pronto porque si te hubieras quedado te hubiesen pasado cosas horribles y a lo mejor hubieses sufrido mucho. Y entonces yo me pregunto... ¿qué es lo peor que te podría haber pasado? O sea, ¿que te has muerto para ahorrarte el sufrimiento que nos estás haciendo pasar?. Na, no lo creo. Y tampoco creo que algún día pueda encontrar la respuesta a todo esto porque no creo que lo que ha pasado sea algo justificable. Jamás. Que va. 
Es difícil llevar los días, ¿sabes? aunque vas aprendiendo, vas exprimiendo momentos que sabes que te puedes aferrar a ellos porque te hacen sentirte un poquito mejor. Vas comprendiendo cuándo, cómo y con quién controlar el dolor y eso intentas. Y te lo vas guardando para ti porque al final es algo tuyo y no siempre se puede compartir. Y a veces consigues hacerle pequeño y hasta te ríes y disfrutas de lo que estás haciendo. Pero hay veces en las que te gustaría salir corriendo. El otro día, por ejemplo, estaba en la cama intentando dormirme y no paraba de venirme a la cabeza la imagen de tu cara mientras ibas en la ambulancia de camino al hospital. Y es gracioso, porque yo no te vi la cara hasta que no estabas ya en la UCI después de la operación, pero podía verla con todo lujo de detalles, casi podía incluso olerte. Y abro los ojos y miro a mi alrededor, intento pensar en otra cosa y aunque lo consiga, el dolor me pincha el corazón y trago saliva recordando lo jodidamente horribles que fueron esos días, esos momentos. A veces me acuerdo de los tubos de tu boca como si les siguiera besando. Sólo espero que aquellos días pudieras oírnos. Que aguantaras para que pudiéramos despedirnos. Para que te fueras feliz, feliz de saber todo lo que aquí tenías y lo mucho que todo el mundo te quiso, te quiere. Lo especial que fuiste porque sé que nunca habrá en todo el mundo, en todos los siglos de historia, nadie que pueda si quiera parecerse a ti. Porque eras único. Menos mal que te encontré y nunca me cansé de buscarte.
Te amo bichito.
Azules noches

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