viernes, 10 de junio de 2016

Quién no te conoció no supo lo que era la suerte

Hola vida, a veces todavía me da la sensación de que estás aquí. Y a veces al mismo tiempo tengo la sensación de que no has existido nunca... es complicado.
Quería decirte que creo que he aprobado tres de los cuatro exámenes a los que me he presentado en junio y no paro de imaginarme lo contento que estarías si pudiera decírtelo. ¿Sabes? el domingo por la noche mientras me preparaba el bolso con las cosas que tenía que llevarme para el examen al día siguiente, lo primero que metí no fueron los apuntes, ni si quiera mi carnet de la universidad. Lo primero que metí fue la pulsera roja que nos compré este verano y las dos canicas azules que me regalaste el último fin de semana que estuvimos juntos. Son mis amuletos de la suerte. Sé que es una gilipollez pero es la manera que tengo de llevarte conmigo hasta la sala de exámenes.
También quería decirte que volver aquí después de estos meses ha sido muy raro, por una parte claro que tenía ganas de estar aquí pero por otra... es cómo si este lugar me atrapara de nuevo. Cómo si absorbiera mi poca energía positiva. No sé. Demasiados recuerdos, supongo.
Cuando el tren pasó por la estación me acordé de la primera vez que viniste a verme, de ese lunes por la mañana que tenías que volverte a tu ciudad después de un increíble fin de semana. Desayunamos con mi padre en el Ikea y me compró esos rotuladores de colores que eran para pintar las fundas de las almohadas y los edredones, y que usé para pintarte una entera. Después nos llevó a la estación para que te fueras. Bajamos corriendo las escaleras y afortunadamente tu tren se había retrasado, el andén estaba lleno de gente y a mi ya se me caían las lágrimas por debajo de las gafas de sol. Entonces me cogiste de la cara y me diste un beso, un beso que sabía a "no pienso volver a estar siete años sin verte," y supe que era verdad, que antes de lo que pensaba volveríamos a vernos. Sonreí y te besé aún más fuerte, con más ganas. Una niña en la fila no paraba de mirarnos. Si esa niña supiera todo lo que pasó desde aquel día entre nosotros...
Lo que no supiste nunca es que cuando volví al coche no me aguanté más y lloré y mi padre me dio un abrazo, comprendiendo lo importante que eras, lo especial que habías sido siempre y él también supo que volveríamos a vernos.
Ahora paso por allí y me acuerdo de esa despedida, de ese reencuentro, y me entristece saber que no volverá a haber más como esos. Que la última vez que te vi no sólo pasarían siete años más sin vernos.
Ayyyy mi amor... a veces me sigue doliendo tan fuerte el corazón pero ya no se lo cuento a nadie. A veces pienso que estoy un poco mejor. A veces el dolor me invade tan intensamente que puedo oírle. Se me mete hasta por los oídos, escucho como me presiona la mente. Y a veces incluso puedo respirarlo. Siento cómo me recorre la sangre.
Y me imagino tu cara, me imagino tu voz gritándome por encima de ese dolor, diciéndome "venga, tú puedes, pelirroja, sé que puedes". Y entonces sonrío aunque las lágrimas caigan de mis ojos. Y me toco el corazón y le suplico que no le abandones.
Que allí donde estés sigas siendo como eres. Lo que eres.
Mi amuleto de la suerte.
Te amo caraculo.
Alioli.
Azules noches.

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