sábado, 19 de noviembre de 2016

En un rincón del mundo

No comprendía por qué no terminaba de sentirme a gusto en ningun sitio, por qué sentía que no terminaba de encajar en ninguna parte, y entonces me di cuenta de que quería estar en todas. De que yo también quiero ser como tú, una eterna viajera, y que a partir de ahora no pienso parar hasta recorrerme el mundo. Que ese será mi más poderoso objetivo y motivación en adelante. Y es que no te imaginas lo que ayuda estar tan lejos, ver paisajes que jamás imaginaste que disfrutarías y conocer gente a la que jamás volverás a ver pero que te llena de energía y comparte contigo un pedazo de su vida. Y es complicado porque también me di cuenta de que por muy lejos que me vaya todo lo que ha pasado se viene conmigo, porque viaja en mi, el dolor también es mochilero. Pero tú también lo haces y por una parte es bueno pero por otra es triste. Aunque hace que me de cuenta de lo afortunada que soy por seguir viva y poder disfrutar de algo tan simple como un atardecer en la playa. De poder sentir una lluvia tropical calándome hasta los huesos y quejarme del dolor de pies después de andar por una montaña durante kilómetros. Y me dan unas ganas locas de disfrutarlo por los dos. Porque tú ya no puedes y porque yo aún sigo viva. Pero tendrías que ver esto Vida, ayy si estuvieras aquí... esto es una puta pasada, en serio. Te encantaría. Te hubiese encantado venir. Venir de verdad, con tus propios huesos, tus pies, tus ojos. No a través de mi, de los míos. Pero no pudo ser y a veces no puedo evitar acordarme fuerte de ti, mirar hacia el mar y seguir preguntándome cómo pudo pasar. Cómo dejaste de existir así, si de verdad fuiste real. Y de nuevo pasó otro mes y me pregunto si alguna vez conseguiré encontrar del todo paz. Contigo, sí. Pero sobretodo conmigo misma. Quizás algún día la encuentre, no dejaré un solo rincón de este mundo sin buscar. Y quizás, y sólo quizás, algun día pueda convivir agusto con esta falta y con esta angustia. Quizás algun día los aviones vuelen más rápido que estas ganas de seguir echándote de menos. Y quizás algun día pueda recordarte sin que el corazón me duela. Eras lo más grande, mi amor. Y aunque ya de nada sirva que te lo diga, aunque ya ni si quiera puedas leer esto jamás, lo necesito. Necesito que sepas que contigo me sentía en casa. Daba igual dónde, daba igual cuándo. Tú eras mi hogar, mi muralla china, mi galaxia particular. Eras todas las partes en las que quería estar. Todas y la única.
Ojalá lo supieras.
Te azuleo pequeño viajero. Sigue mis pasos y vente conmigo.
Siempre Lila. Ya lo sabes.
Alioli

1 comentario: