martes, 17 de mayo de 2016

Inmortal

Os juro que era capaz de hacer poesía con sus manos. Que no me bajó la luna porque me llevaba hasta ella con cada abrazo. Que lo que le colgaba en la muñeca no era un reloj, era su tiempo. Que supo como hacer que lo aprovecháramos cada segundo. Y que me quería más despeinada que arreglada, que me hacía soñar mientras dormía para hacerlo realidad cuando me despertaba.
Era capaz de hacerme sentir lo que debe ser atravesar las nubes, morder el sol era besar sus labios.
Os juro que tenía las manos más fuertes y bonitas con las que poder sostenerse. Que todo él estaba hecho de amor, desde los pies hasta la punta de sus orejas, desde el fémur hasta la arteria aorta. Que su sangre no era roja si no azul, y no porque fuera un príncipe, si no porque vino de Neptuno para llevarme hasta Orión. Era tan impredecible como la vida, hasta que ésta le sorprendió. Era el destino, mi destino, era mi mejor yo. Pero os juro que no se ha ido, que no me hace falta verle para quererle, para saber que de alguna manera está conmigo. Que sigue haciendo que el aire huela a él a veces, y que el mar me hable. Y hasta la estrella más pequeña me grita que no desespere, que hará que encuentre siempre la forma de no perderme. Y se hará inmortal. Lo sé, porque os juro que era de esa clase de persona que es capaz de hacer cosas maravillosas, increíbles, cosas que los demás no pueden ni si quiera imaginarse. Cosas imposibles. Así era él. Así es y así será. Siempre.

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