martes, 10 de mayo de 2016

Miradas que lo dicen todo

Una vez mi abuela me dijo que en el cielo se debe de estar bien porque nadie vuelve nunca para contarlo, no sé que será eso que dan allí pero te aseguro que sería capaz de triplicarlo porque estuvieras a mi lado.
Pasan los días y aunque el dolor se acostumbra a vivir en mi no quiere marcharse. Y yo sigo echándote de menos y pensando en todas las cosas que teníamos que hacer, en todas las promesas que no podemos cumplir. Pero me acuerdo de todas las que hicimos y aunque duela no puedo evitar sonreír. Me acuerdo de las últimas conversaciones que tuvimos y estoy tan tranquila de lo mucho que nos demostrábamos todo lo que nos queríamos que no pudo quedarnos ninguna duda de que todo lo que sentimos fue tan real como que te has ido. Y algo tan insignificante como mirar la luna hace que piense en lo que te estás perdiendo. Y es que es raro, ¿no?, pensar que cuando uno se muera la luna, el sol, las estrellas, el mar, el suelo, los pocos árboles que queden y todas esas cosas seguirán aquí, en su sitio, impasibles. Espero que allí donde vayamos haya luna y música para pasar las noches, que corra la cerveza a mares y nos podamos sentar en las copas de los árboles para teorizar sobre el universo que nos rodea, sobre su tamaño infinito y eso es precisamente lo que hace que piense que en algo infinito es imposible desaparecer para siempre, y que tarde o temprano volveremos a vernos, y que se prepare el cielo porque el día que te vuelva a tener enfrente el reencuentro será épico.
Pondremos todo patas arriba y daremos la vuelta por todos los planetas que conocemos y los que nos quedan por descubrir. Sólo espero que me esperes. Que tengas las mismas ganas que yo de volver a abrazarme, besarme y fundirnos en uno. 
Todavía no me puedo creer que todo haya sido real, esos días en el hospital, las caras de tus padres cuando el médico nos dijo que te habías ido para siempre y yo sólo quería gritar, pegar a todo el mundo y enloquecer. Pero hay que mantener la compostura, intentar seguir con una vida que tú ya no puedes tener. Por ti, por ellos. Aquí sigo. Y aquí seguiré porque si después de todo no me he muerto sé que ya nada me podrá detener. 
Y a los que estéis leyendo esto necesito daros un consejo: no dejéis de mirar nunca a los ojos a todas esas personas que os importan, porque llegará un día (el menos pensado) en el que ya no podréis volver a verles con ellos abiertos. Y es imprescindible recordar el color y esa sensación que te envuelve cuando te miras reflejado en las pupilas de esa persona que tienes enfrente, y es que no te puedes imaginar cuánto pueden hablar unos ojos sin tener boca, porque no la necesitan.
Y yo jamás he visto unos ojos más bonitos que los tuyos. Eso de cruzar miradas y sonrisas al mismo tiempo, eso de saber lo que estabas pensado con sólo mirarte, con mirarme en ti. Contemplar lo que tenías dentro, un mundo entero por descubrir.
Te quiero ojos bonitos. Te quiero un martillo grande.

1 comentario:

  1. Mi niña tienes una vez más tanta razón en tus palabras por eso no dejaré ni un solo día de decir te k te kiero muchísimo y k eres nuestra única familia y k te keremos siempre en nuestra vida k formes parte de ella te azuleo muchísimo mi niña millones de vueltas a Neptuno ida y vuelta siete millones de veces te kiero muchísimo

    ResponderEliminar