lunes, 7 de diciembre de 2015

Los sueños que se convirtieron en recuerdos

Antes me dormía imaginándome todas las cosas que planeábamos hacer juntos. Todas las fiestas, los bailes, los viajes. Me imaginaba a los dos viviendo juntos, haciéndote el desayuno por las mañanas. Me imaginaba yendo a buscarte al trabajo para darte una sorpresa, empapelarte la habitación con notitas de amor, caminar cogidos de la mano. Nos imaginaba dándonos todos los besos que no nos habíamos dado, las conversaciones que tendría con tus amigos, con tus padres. Los nombres de nuestros hijos, de nuestros animales. Nos imaginaba recorriendo mil sitos, bebiendo cerveza en mil lugares, aprender a conducir en ese coche.
Ahora ya no puedo imaginarme nada. Me duermo recordando, recordando cada palabra, cada instante, cada sensación que vivímos juntos, para que no se me olvide. Porque nada me asusta más que olvidarme de eso, eso que lo era todo, eso por lo que soñaba y ya no sueño.
Ilusiones y sueños que se convirtieron en recuerdos, recuerdos que a veces me parecen tan lejanos que me duelen en el pecho. Recuerdos que no pueden revivirse, ni si quiera fabricar nuevos recuerdos que sustituyan a los que se me olviden.
Y no puedo perderlos, porque es el único sitio en el que vives. Y me quiero quedar a vivir en ellos, contigo.
No olvides que te quiero, porque yo siempre recordaré como me querías. Y me sentiré querida siempre. Hasta que los dos seamos recuerdos y podamos querernos en igualdad de condiciones, en el mismo espacio y tiempo, en las mismas dimensiones.

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