viernes, 15 de enero de 2016

Amores que matan nunca mueren

A veces se vuelve inevitable dejarase vencer por el dolor que te ahoga, que te consume, que te aprieta tanto el corazón y los pulmones que a veces te cuesta respirar. Ese dolor que te envuelve y que notas como se va apoderando de toda tu persona, transformando el amor en odio, la esperanza en pena. Hoy podía haber sido un día especial, especial de verdad. Podíamos habernos querido en vez de echarnos de menos. La finísima línea que separa una muerte eterna de una vida temporal con la simple decisión de ponerse un casco a tiempo. Maldito seas, estúpido, por malgastar nuestra vida juntos por una decisión incorrecta que te ha costado la vida.
A veces me pongo a pensar y tengo la sensación de que en el fondo una parte de nosotros sabía que esto pasaría, que te ibas a marchar pronto. Por eso a pesar de estar a punto de abandonar cien mil veces la partida nos arriesgamos por pasar el mejor verano de nuestras vidas juntos, y fue la mejor manera de ganar el juego, era un empate técnico precioso y justo. Tanto que justo cuando yo decidí apostarlo todo tú te arriesgaste y los dos perdimos.
Lo único que me consuela es pensar que tendremos más vidas juntos, que nuestro amor es tan eterno que va más allá de este mundo. Por suerte era un amor que sabía volar, le enseñamos juntos. Era tan real y puro que es la única razón de que duela tanto. Por eso a veces no importa que duela, eso hace que recuerde que fue de verdad, que fue del mejor. Y que aunque sea una jodida desgraciada también, y aunque haya sido muy brevemente, he sido la persona más afortunada de La Tierra, aunque ni si quiera lo supiera.
Una vez me preguntaron si hubiese querido quedarme embarazada de ti antes de que te fueras. Dudé mucho, pero luego me di cuenta de que sólo hay una cosa en el mundo peor que no poder tener hijos contigo... sería tenerlos sin que pudieras verlos crecer y sin que pudieran conocerte. Eso sí que sería triste y muy injusto.
Todos los días me acuerdo de todas las promesas que incumpliste, de los millones de besos que no me diste.
Y todos los días me enfrento sola a otro día de mierda sin ti. Gracias por haberme demostrado tanto cuando estabas aquí, por haberme querido hasta morir.
Una vez te dije que te quería trillones.
"¿Sólo trillones?"- me contestaste - "Con eso no llegamos hasta Neptuno ni de coña"
- "Trillones de trillones de trillones, ¡quería decir!"
Ojalá tú tampoco hayas llegado a nuestro planeta Azul. Ojalá sigas aquí y me estés esperando, acumulando millones de besos en deudas y trillones de amor.
Te amo mi vida, con toda la locura del universo.
Siempre serás mi siempre, aunque te hayas convertido en mi nunca.
Alioli amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario