miércoles, 9 de marzo de 2016

Le puse a mi inspiración tu nombre

Lo que más miedo me da cuando hablo de ti es no hablar de ti si no de tu recuerdo. Que sea lo único que me quede de ti. Lo único eterno. Porque amaba tu "yo mortal", tu "yo" de carne y hueso. Cada vez que recuerdo tu cara siento como si me clavaran puñales en el estómago, que no te matan al instante pero sientes como te vas desangrando, como van asesinando todo lo que eras, lo que fuimos. Y a veces ya no sé si hablo con él o con tu olvido. Con el recuerdo de lo que yo fui, de lo que tuvimos. Al final eso es lo que me acompañará siempre, ¿no? los recuerdos de lo que vivímos, de lo que sentimos. Y las ganas de volverlo a sentir, porque tampoco se irán...
Es tan complicado pensar que alguna vez exististe, que me hiciste volar tan facilmente... hacías de mi vida pura poesía, siempre me inspirabas para que escribiera cosas tan bonitas sobre ti... y en parte es precioso pensar que, aunque ya no estás, me sigues inspirando estés dónde estés.
Una vez me dijiste que no había nada más bonito en el mundo que alguien te dijera que eras su inspiración. Tú eras la mía, mi musa, mi vida. Siempre lo serás, porque es imposible no escribir cosas bonitas de la persona más bonita que conoció este mundo. Y aunque ahora te odie con toda la roca dura en la que se ha convertido mi corazón, y aunque intente engañarle con todas mis fuerzas, sé que siempre seras la persona más especial, increíble y maravillosa que he tenido y tendré en mi vida, porque todos los días que estuviste a mi lado me demostraste que eras lo mejor que me podía haber pasado.
Te amo y siempre te amaré, mi vida.
Azules noches.

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