viernes, 5 de febrero de 2016

Duchas de agua fría

"Sonreía mientras el agua fría le corría por la espalda y se terminaba de aclarar los restos de jabón del cuerpo. La piel de gallina y la respiración acelerada que poco a poco se iba regulando le hacían recordar la batalla de fuego que momentos antes habían compartido cuando, al salir por primera vez de la ducha, se le ocurrió la genial idea de vestirse con su camiseta de fútbol y las medias hasta las rodillas.
- No es por presumir, pero me queda bastante mejor que a ti.
Le dijo entrando por la puerta del salón, dando vueltas, haciendo un pequeño pero no poco elaborado pase de modelos exclusivo para él. Él se rió, se acercó a ella y le dio un beso acariciándola el pelo todavía mojado. Ella le hizo una llave y le tiró sobre el sofá. Él no se resistió. Y así pasaron seis o siete canciones con el volumen alto y el aire frío encendido. Cuando terminó de sonar la última, su favorita, todavía seguían tumbados en el suelo, haciendo manitas, sonriendo. Dándose besos tiernos, besos suaves. Ella le acariciaba la espalda con sus uñas rojas, él cerraba los ojos y suspiraba, ella sabía que si se descuidaba se quedaría dormido. Le miraba fijamente mientras pensaba que ese suelo frío era el mejor lugar del mundo, en el mejor momento. Él le dio un beso en la frente rebosante de amor y se puso de pie, buscando su ropa. Ella se quedó todavía unos segundos allí tumbada, pensando en lo feliz que era y que pensaba ser toda su vida mientras esos momentos no les faltaran, mientras pudieran seguir compartiéndolos y se tuvieran el uno al otro.
La voz de él cantando en la cocina la devuelve a la realidad y apaga el grifo de la ducha. No puede dejar de sonreír, esa maravillosa sensación la envuelve todo el día cuando le tiene cerca. Se seca con la toalla todavía mojada y la cuelga pensando para sus adentros que probablemente no será la última ducha que se dé esa noche. Se pone su pijama y su mejor sonrisa y entra en la cocina donde él está preparando la cena. Se miran cómplices.
Unas horas más tarde dos toallas mojadas medio enredadas pasan la noche colgadas de la puerta, testigos de dos cuerpos que duermen, dos cuerpos que se quieren, dos almas que se abrazan, que se aman. Que comparten sueños."

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