miércoles, 17 de febrero de 2016

El alma a besos

Lo que daría porque estuvieras aquí, echándome la bronca por haber suspendido todos los exámenes, con esa cara que siempre me ponías, resoplando, amenazándome con no venir a verme (aún los dos sabiendo que igualmente vendrías), escucharte decir eso de: "¡acho, vida!" cuando estabas enfadado.
Que me abrazaras por detrás y me besaras el cuello, entrelazando nuestras manos. Que me respirases en el oído, me dijeras tres veces 'te quiero' muy bajito, besarte despacito en los labios.
Joder, te juro que nunca llegué a imaginar que se podía echar tantísimo de menos a alguien. Que fuera tan difícil vivir sin ese amor que te daba la fuerza para todo. Eso de querernos tanto, a todas horas. 'Cuando respiras te quiero' mi frase favorita de esa canción de Lagarto Amarillo que no paraba de cantarte a todas horas la primera vez que viniste a verme, esa canción que también nos habían escrito a caso hecho. Es mi canción favorita de ese grupo, habla tanto de ti... como si de verdad te conociera. Antes la escuchaba todos los días y me encantaba recordar tu cara, siempre sonreía porque me hacía tan feliz que me hicieras tan feliz. Ahora cuando la escucho lloro. Me duele escucharla, la verdad. Ya no te puedo querer cada vez que respiras, porque has dejado de respirar. Pero yo sigo aquí, inhalando y exhalando instintivamente sin que nadie como tú me quiera ya. Sin querer que nadie vuelva a quererme. Ya no puedes besarme en la boca, pero ojalá de alguna manera puedas seguir besándome el alma y curándomela a besos.
Ojalá sea verdad que somos energía, que ni se crea ni se destruya, que sólo se transforme, y así algún día pueda transformarme contigo en lo que sea que eres.
17 de febrero mi amor... a estas alturas todo sería tan jodidamente diferente... hubiésemos hecho ya tantas cosas juntos, tantos planes, nos hubiésemos dado tantos besos, dormido tan abrazados, soñado tan juntos... nos hubiésemos escrito tantas cartas, hecho tantos dibujos, nos hubiésemos recorrido tantos kilómetros, cantado tantas canciones, bailado en la ducha, comido juntos. Tantas películas en el cine, en el sofá, en la cama y hasta en el coche.
Pero en vez de eso, mañana volverá a ser otro escalofriante 18 que me recuerde lo frágil que es la vida, lo estúpida que puede ser la muerte. Lo fácil que cambia todo en menos de un minuto. Pero todo. Sobretodo el futuro, que cambia de color y pasa de azul a negro en cuestión de segundos. Y así se queda. Y no creo que vuelva a ser azul en todo lo que le queda. Será negro, y poco a poco se irá volviendo gris. Y encima tendré que estar agradecida cuando sea gris, porque no dolerá tanto.
A veces intento recordar cómo me sentía hace exactamente cuatro meses cuando era feliz, cómo era ese sentimiento de felicidad, de tranquilidad, de ilusión. No consigo recordar lo que era no tener esta presión, esta ansiedad, este dolor desde el primer instante en el que me levanto e incluso en sueños. Se me aferra al pecho y duele cada vez que mi corazón intenta latir. Ojalá pudiera descansar un minuto de eso, olvidarme de lo que es sufrir, pero no puedo. Tendría que olvidarte para eso, y me niego. Aunque duela el resto de mi vida, no puedo olvidar un sólo segundo contigo, no merece la pena una vida sin ti. Y aunque ya te he perdido te tuve aquí, metido en mi cama y eso no lo cambio por nada. Por nada.
Que sigo aquí, vida. Echándote de menos como a nadie y como nunca. Queriéndote más que ayer pero menos que mañana.
Te amo, te amo, te amo.
Alioli Azul.



No hay comentarios:

Publicar un comentario