martes, 2 de febrero de 2016

El niño más feliz del mundo

Hay personas que no conoces de nada y te transmiten esa incondicional confianza que hace que casi tengas la necesidad de explicarles tu vida entera. Lo que haces, lo que piensas, lo que sientes. Son personas que no sabes por qué pero agradeces su compañía, que te hacen de una manera u otra sentirte arropada. Y luego vuelves a casa pensando en la chapa que se han tragado por ti sin comerlo ni beberlo, que te han escuchado y a veces incluso piensas que llegan a comprenderte. Es esa sensación rara de lo rápido que se te ha pasado el tiempo cuando estás realmente a gusto con alguien.
Luego está el otro grupo de personas, esas que puedes "conocer" de toda la vida y en realidad no tienen ni puta idea de quién o cómo eres, ni tú de ellos, pero te importa poco. O quizás es porque les conoces demasiado.
Y hoy por hoy tengo que darte las gracias vida, porque gracias a ti y muy a pesar de las malditas circunstancias, he conocido a personas del primero, personas que jamás pensé que conocería y personas a las que jamás pensé que pudiera unirme tanto. Gracias por haberles sabido transmitir todo el amor que me tenías, porque eso es lo que hace que ahora me apoyen por ti y que, surrealista y sorprendentemente, cada vez aparezcan en mi vida más personas de las tuyas, de tu gente. Y eso me encanta porque me hacen sentir mucho más cerca de ti y ahora mismo es lo más parecido que tengo a estar contigo. Porque son personas que de una manera u otra también se han roto conmigo al haberte perdido, y aunque sea por ese dolor estamos unidos, nos entendemos, nos transmitimos las fuerzas que nos quedan de unos a otros. Son personas que te querían, que tampoco estaban preparadas para soportar tu ausencia, para acostumbrarse a ella, definitivamente.
Y me alegra conocerles porque me hacen estar segura y tranquila de que tenías la suerte de tener verdaderamente a personas cojonudas a tu lado, y saber eso me hace feliz, poque no te merecías menos.
Sea lo que sea hacen que me sienta un poco menos sola, que tu recuerdo se avive y aunque duele, reconforta.
Me duele en el alma no poder compartir todo esto contigo, las cervezas, las charlas. Las conversaciones serían tan distintas si siguieras aquí... pero quiero pensar que, estés dónde estés, lo sabes y que eso te hace feliz. Porque sé que te haría el niño más feliz del mundo. Porque eras un niño, y porque a mí me hacías feliz.
Como duele volver a ser sólo yo sin ti, mi amor. Tener que enfrentarme de nuevo a la vida sin ti. A esta vida que se ceba y que parece que disfruta viéndome sufrir. Y sé que inevitablemente algún día aparecerá alguien que intente darme su amor, pero no serás tú y no habrá vivido todo esto conmigo, por eso nunca podrá entenderlo del todo. Contigo compartía de la vida hasta el dolor, y eso también nos unía mucho. Sobretodo porque entre los dos conseguíamos rellenar los huecos de felicidad y todo merecía la pena por verte sonreír, porque me dijeras otra vez que, a pesar de todo, eras ese, el niño más feliz del mundo. El de los bolsillos llenos de chicles.
Te amo mi vida.
Azules noches

No hay comentarios:

Publicar un comentario