miércoles, 3 de febrero de 2016

Se me rompe el alma


Quién nos lo iba a decir vida, que no llegarías ni si quiera a hacerte mayor del todo. Que ya no vas a envejecer, no vas a convencerme para tener críos antes de los 30, porque ni si quiera has llegado a los 24. Que yo ya no quiero ni hacerme vieja. No sé por qué nos han hecho esto, si nos sobraban las ganas de estar juntos, de estar vivos. Estar vivo... que sensación más extraña y a la vez más frágil. 


Que nadie intentara ganarnos en cursiladas, eh. No sé como me podías decir estas cosas tan bonitas, mi amor, pero me encantaba que nos las dijéramos a todas horas, todos los días. Era imposible no levantarse de la cama con una sonrisa de felicidad inmensa. Me pasaba todo el día deseando que tuvieras un descanso en el trabajo o que terminaras de trabajar para poder pasarme la tarde pegada al teléfono hablando contigo. Que hasta me volvía a casa en autobús cuando yo salía de trabajar aunque tardara una hora más a mi casa para no quedarme sin cobertura en el metro y poder seguir hablando contigo. Eramos unos ñoños, pero joder, estábamos enamorados. Ojalá te hubiera podido seguir haciendo feliz todos los días de mi vida, porque al menos me queda pensar que te hice todo lo feliz que pude hasta el último de la tuya. Me hubiese encantado dormirme todos los días soñando contigo y despertarme cada mañana abrazada a ti. Que no me cansaría, ¿cómo iba alguien a cansarse de algo tan bonito, tan jodidamente mágico? Si al final es lo que toda persona sueña tener en algún momento de su vida, tener a alguien como tú a su lado. Yo he sido afortunada, te he tenido y sé lo mucho que me has querido porque nos hemos querido como nadie y como nunca. Ahora leo estas conversaciones y se me parte el alma, vida, porque las echo en falta cada minuto y no te imaginas cuanto. Eran la razón de ser de mis días, mis ilusiones, mis sueños, mis planes... todo estaba en esos mensajes, en sentirte al otro lado de ellos, en imaginarme la cara que estabas poniendo, en coincidir en los sentimientos. Y luego vernos en persona y seguir queriéndonos. O pasarnos horas, horas y horas hablando por teléfono, hasta las cuatro de la mañana y colgarte y ponerme un despertador a las 5:20 para volver a llamarte y seguir hablando hasta las 6.00 que te levantases, y no quedarnos ni un sólo segundo en silencio. Bueno sí, solo en esos momentos en los que me dejabas sin palabras y no sabía ni que decirte. Eras el único que me dejaba sin palabras, y como me gustaba eso. 
Este trocito de conversación es sólo de cuatro días antes de ese puto accidente, y mientras leía esas líneas y sonreía como una idiota, no podría ni si quiera pensar en la idea de que pocos días más tarde iba a perderte para siempre. ¿Pero por qué? Si era increíblemente perfecto. Tú lo eras. Con tus más y tus menos pero, ¿a quién le importaban?. Tú te enamorabas de mis defectos y amabas cada una de mis virtudes. Y yo te amaba todavía más a ti. Como para no hacerlo. Como si fuera posible no quererte.
Que vacía me has dejado, cabrón. Que incompleta. Te echo de menos, necesito contarte tantas cosas que no te puedes hacer una idea. Es que me moriría sólo para poder contártelas, para ver la cara que pondrías, porque es que ibas a flipar lo que no has flipado en toda tu vida.
Me sigue pareciendo una locura pensar que te hayas muerto. Es que sigo sin ser capaz de asimilar la frase si quiera. 
TE HAS MUERTO.
Me sigue pareciendo una broma de mal gusto.
Pero, ¿sabes? si alguien me dijera que tengo una oportunidad de volver a vivir todo lo que he vivido contigo, de volver atrás en mi vida hasta el día que te conocí y volver a vivir todo lo que hemos vivido, absolutamente todo, aunque cuando llegásemos a ese 18 de octubre del 2015 volvieras a tener el accidente, aunque volviera a pasar esa infernal semana en el hospital, aunque volviera a morirme contigo y a sufrir lo que no está escrito desde entonces... no me lo pensaría ni un segundo, que haría lo que fuera por volver a vivirlo, porque estar contigo compensa con creces sufrir esta falta de ti.
Te amo, te amo, te amo.
Yo sí que te quiero en cada cosa azul.
Que suerte que lo sea el cielo.
Alioli mi amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario