martes, 24 de noviembre de 2015

Con vistas al mar

Sé que ahora toca ser fuerte, y que lo único que importa es saber lo mucho que me querías, porque te fuiste queriéndome más que a nadie y como nunca, pero que difícil es dar cada paso sin ti, estar aquí y pensar que la última vez que vine me trajiste tú, que estabas tumbado en este mismo sofá, borracho, dormido, mientras mi amiga te pintaba los brazos con un boli y ni te enterabas. Y luego te fuiste a la cama, y me pediste que te despertara cuando me fuese a dormir, y eso hice. Y nos quisimos como nadie para después quedarnos dormidos juntos, abrazados, en esa pequeña cama en la que nos sobraba el espacio. Y a la mañana siguiente apagamos inconscientes el despertador para que esa noche no acabara, y tú te despertaste una hora antes que yo y te la pasaste mirando como dormía, y yo sentía como me acariciabas la tripa y la espalda y me encantaba, no recuerdo mejor sensación que la de tus dedos en mi piel. Hacías magia con esas manos.
Sabes que me encanta estar aquí, que desde la primera vez que vine me enamoré de este sitio, de su gente, de sus lugares. Y me encantó compartir eso contigo, que lo disfrutaras tanto como yo. Como me alegro de haberte traído, de haberte enseñado todo esto, de que hayas conocido a todas estas maravillosas personas que son tan imprescindibles en mi vida. Que hayas vuelto a verla a ella, a su novio, a sus padres. Las partidas al futbolín y desayunar tostadas de atún con tomate. La playa, los helados de yogur en el paseo, caminar de la mano con las mejores vistas que nadie pueda soñar, y no me refiero a las del mar. Las partidas de cartas, la cerveza fría que sabía millones de veces mejor de tu boca, las noches estrelladas de verano. Ya nada es lo mismo sin ti. Sin poder compartir esto contigo no me sabe igual, me gusta, sí, y siempre me gustará, y mucho más ahora que te recuerdo en cada una de las pequeñas cosas que hacen de este, el lugar más especial del mundo. Pero como ya te he dicho, no lo puedo volver a disfrutar igual. Le falta algo, le falta esa combinación perfecta que tenía con tu sonrisa, con tus ojos. La mezcla del sonido de las olas con tu voz. Ya ningún sonido me parece lo suficientemente bonito, ya nada me llena. Me he quedado vacía, por dentro y por fuera. Ojalá ahora llamaras a la puerta y me dieras una sorpresa de las tuyas, de esas que se te daban tan bien y me hacían tan feliz. Ojalá llamaras y fuera a abrirte y se me quedara la cara blanca y se me atragantaran las palabras, que te daría un abrazo tan fuerte que te iba a sacar hasta los pulmones por la boca, y te asfixiaría a besos hasta dejarte sin saliva. Y que todo hubiese sido una broma, te juro que no me enfadaría, porque nada en todo el universo podría hacerme feliz a parte de eso. De volver a verte, volver a tocarte, sentir eso que sentía sólo cuando estaba contigo. Eso que me hacías sentir, eso que era lo más parecido a la magia que yo haya visto. Eso que me enamoraba, que me volvía loca.
Y ojalá mañana vinieses a buscarme a la biblioteca de la universidad, como aquel día. Y nos fuésemos por caminos perdidos con el coche y se nos quedase encallado, y yo sacase mi súper fuerza para moverle y salvarte de la mayor bronca que podía echarte tu padre. Y volver a reírme de tu cara desesperada y los besos de victoria cuando conseguimos salvarlo. Y luego ir a lavarlo a la gasolinera porque estaba lleno de polvo y que el rodillo gigante nos arranque el retrovisor y morir de la risa de tener el colmo de la mala suerte. Y volver al pueblo discutiendo y aparcar en una calle y gritarte que lo siento, que lo siento por gritarte, que te grito porque te quiero. Y tú no decir nada, coger del asiento la botella de dos litros de agua congelada que acababas de comprar, y empezar a vaciármela por encima de la cabeza mientras te miraba sentada en el bordillo de la acera, alucinando, chorreando el agua helada por todo el cuerpo, no se me hubiese ocurrido mejor manera de arreglar las cosas que mojándome contigo. Y mojarte los asientos. Que buen día. Y que buena noche, que dormimos juntos sin decírselo a nadie en tu coche para poder estar unas horas más juntos, y te conté la historia de porqué se dice que el amor es ciego y la locura siempre le acompaña, te encantaba que te contara ese cuento. Y te quedaste dormido encima mío, que bonito dormías. Que feliz me hacías, que momentos más increíblemente felices me hacías vivir, sentir, mi vida. Gracias eternas.
Te echo de menos noche y día, día y noche. No te puedes imaginar cuanto.
Te azuleo más que a nada, no lo olvides jamás porque jamás dejaré de hacerlo.
Siempre en mí, siempre conmigo. Siempre mi Lila.
Te amo.
Alioli mi amor.

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