lunes, 9 de noviembre de 2015

El final alternativo

Pasaron los meses y por fin ella se mudó mucho más cerca de él, pasaron de estar a más de 500 kilómetros a tan sólo una hora y media de su casa. Que ya era tiempo, pero en comparación con la distancia de antes, era una gozada.
Poco a poco fueron forjando la relación, se fueron uniendo más y más cada día. Hasta que estaban locamente enamorados el uno por el otro. Todos los días eran los días más felices de su vida, vivieron juntos los mejores años de su juventud, hicieron un montón de viajes, conocieron un montón de sitios y probaron un montón de comidas nuevas. Conocieron nuevas personas y mantuvieron las mejores que tenían. Y todo era sonrisas. Los días 15 eran los mejores de todo el mes, aunque en realidad sólo eran una escusa para sorprenderse el uno al otro y enamorarse más. Acampadas bajo las estrellas, baños desnudos en la playa, sofás, películas y manta.
Al cabo de dos años se fueron a vivir juntos. Ella le preparaba el desayuno por las mañanas menos los fines de semana, que se lo llevaba él a la cama. Tenían una habitación llena de bonsais y una terraza rodeada de girasoles. Dos perros y un cuarto de baño con bañera. Las paredes eran azules y muchas estaban repletas de dibujos, de letras de canciones. Un proyector gigante colgaba del techo de la habitación para montarse el cine en casa. Siempre había palomitas de mantequilla en el armarito de la cocina. Él volvía de trabajar cansado pero con una sonrisa en la cara, ella le saltaba encima en cuanto oía el sonido de sus llaves en la puerta. Y se comían a besos hasta que se dormían, había noches que ni si quiera cenaban. Se cenaban.
Al final él la convenció para tener hijos antes de los 30. Y tuvieron dos. Un niño y una niña, preciosos, ambos habían heredado la sonrisa y la labia de él, la inteligencia de ella, sus ojos. Que guapos eran. Y que felices. Las vacaciones familiares eran lo mejor. Las cenas todos juntos, los paseos por el parque, los partidos de fútbol. Era esa clase de familia que se vuelve la envidia de todo el barrio. No los había mejores. Claro que tenían problemas, pero eso era lo que les mantenía más unidos todavía.
Al final se casaron, fue una boda de disfraces, preciosa. Como ella siempre había soñado. Todos los invitados iban disfrazados pero el disfraz de los novios era increíble. Les encantaba ver una y otra vez el álbum de fotos. Esas sí que eran fotos que merecía la pena tener impresas y no en el móvil.
La verdad es que había fotos impresas por toda la casa. De todos sus amigos de todos sus familiares, en blanco y negro, en color, grandes, pequeñas, medianas... y en todas ellas sonrisas en la boca.
Cuando los niños fueron más mayores se les llevaron de crucero por el Mar Mediterráneo, dónde ellos se conocieron cuando sólo tenían 13 y 14 años y siempre soñaban con llevar algún día allí a sus hijos, para hacer con ellos ese viaje mágico que les cambió la vida, aunque en ese momento ni si quiera lo supieron, aunque tuvieron que pasar ocho años para que él se enamorara de ella. Ella le estuvo esperando. Y mereció la pena. Porque desde entonces toda su vida fue un sueño y no quería dormir, porque nada de lo que soñara dormida podía ser mejor que lo que vivía cuando estaba despierta. Tenía todo lo que quería.
Siguieron pasando los años y sus hijos también se casaron y tuvieron sus hijos. Ellos ya sólo eran un par de abuelos jubilados que vivían en un apartamento chiquitito en frente de la playa, adoraban a sus nietos y la cerveza fría en la terraza. Él siempre les contaba historias, les contaba la suya propia, la suya con ella. Y sus nietos siempre decían que cuando fueran mayores querían una historia de amor como la suya. Eterna y pura. Y así pasaron el resto de sus días, paseando despacito de la mano por la playa, recordando lo felices que habían sido y lo felices que serían hasta el día en que se murieran, juntos, después de haber disfrutado de toda una vida, de años y años de momentos únicos y de historias que por mucho que las contasen, al final sólo entendían ellos dos el valor que tenían y todo lo que representaban. La felicidad vivida de la mano de un amor que duró toda la vida, la vida más larga que se pueda tener.


No hay comentarios:

Publicar un comentario