jueves, 26 de noviembre de 2015

Sencillo

Abrazarte por la espalda. Algo tan sencillo como eso, como besarte la punta de la nariz y los párpados. Como pellizcarte el culo, rascarte las costillas, lamerte el cuello, morderte la barbilla. Algo tan sencillo como romper la persiana de la habitación y vivir en una noche permanente, sin horarios. Como escondernos debajo de las mantas y darnos calor hasta que necesitemos frío. Como el agua helada de la ducha, correr por el centro comercial, hacer guerras de palomitas. Algo tan sencillo como que me despeines, como tus manos acariciando mi cadera por debajo de la goma de mi pantalón, como poner música en el salón y bailar todas las canciones, como tumbarme sobre tus piernas y dejar que me acaricies el pelo, como que me saques las alas arrascándome la espalda. Algo tan sencillo como un beso de buenas noches, el mismo que te da los buenos días. Como dos miradas perdidas que de pronto se encuentran, bajar haciendo equilibrios por las escaleras, la marca del pintalabios. Algo tan sencillo como bañarme en colonia de mango cada vez que nos veíamos y dejarte el olor impregnado en tu ropa, en tu almohada. Como el sabor de esos abrazos, el calor de tus besos. Sencillo como una llamada inesperada, como las conversaciones interminables y los silencios perfectos. Como tenernos en frente, intercambiar sonrisas coleccionables, el cruce perfecto de nuestros dedos al encajarse. Tu ombligo.
Sencillo pero perfecto. Como tú, que no te faltaba de nada. Que lo único que te cambiaba era el final de tu vida. Todo lo hacías bonito, más bonito que ninguno. Todo estaba perfecto. Como tú.
Te azuleo mi vida.

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